viernes, noviembre 22, 2024

Redes ciudadanas piden al Gobierno reconocer a la bicicleta como medio esencial en crisis COVID-19

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La crisis sanitaria por la que atraviesa el mundo ha provocado cambios profundos en la conducta de las personas y en sus formas de desplazamiento en las ciudades. Así lo han demostrado algunos países que están dictando normativas, improvisando soluciones tempranas y haciendo del uso masivo de la bicicleta el gran aliado para combatir la pandemia.

Chile no se está quedando atrás. Los colectivos y redes de ciclistas, académicos y especialistas en transporte, algunos gobiernos locales, ciudades y comunas de distintas regiones, están haciendo lo propio, levantando propuestas y también realizando acciones concretas. Es el caso de Rancagua, Chillán y Las Condes en la Región Metropolitana, que acaban de inaugurar diversas facilidades para ciclistas y peatones.

Ahora se suma una nueva iniciativa, la que busca incluir a las bicicletas, sus tiendas, talleres, servicios de biciestacionamientos y de reparto (delivery), en la categoría de servicios básicos, clasificándolos entre losbienes de uso esencial, durante y post confinamiento.

La distancia social natural obligada que se produce al conducir una bicicleta y la fácil y rápida sanitización que demanda, son algunos de los fundamentos que dieron el punto de partida para que la Red Nacional de Convivencia Vial, la Red de Movilidad del Nuevo Pacto Social y el Consejo de la Sociedad Civil Nacional (COSOC) de la Subsecretaría de Transportes solicitaran al Gobierno su reconocimiento como vehículo esencial. Al mismo tiempo demandan incorporar la bicicleta a la lista de servicios considerados críticos para asegurar la distribución de bienes y servicios de primera necesidad.

“Hoy día moverse en bicicleta puede ser una forma de salvar vidas, la propia o la de los demás”, indicó Amarilis Horta, directora de Bicicultura, organización que integra la Red de Movilidad Sustentable del Nuevo Pacto Social, NPS, una de las redes firmantes de la carta. Y agregó que “la bicicleta no tiene competencia, sólo la caminata y los ciclos -bicicleta, triciclos, patines, monopatines y patinetas- logran sumar distanciamiento social, ahorro energético, descongestión y descontaminación, atributos a los que se suma su fácil desinfección. Necesitamos que todos los servicios derivados de la bicicleta estén activos en situación de cuarentena o confinamiento, que la gente tenga dónde comprar un repuesto o un accesorio, dónde reparar una falla o estacionar, y para ello, declararla esencial es vital”.

Mirada extranjera

El mundo está cambiando y definitivamente lo está haciendo sin motores. Según cifras publicadas por The New York Times el ciclismo aumentó un 52% en Nueva York después de que se establecieron los protocolos de distanciamiento social. La crisis del coronavirus ha obligado a los gobiernos a ejercer transformaciones de todo tipo en transporte, temporales y también permanentes.

Algunas de las medidas son el pintado y demarcación de ciclovías temporales, la peatonalización de calles completas y el ensanchamiento de veredas, la reducción y control de velocidad de motorizados, la habilitación de biciestacionamientos, adelantar la construcción de ciclovías comprometidas, el permiso de funcionamiento de las tiendas y servicios de bicicletas en zonas de confinamiento, entre muchas otras. Así lo han hecho China, Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Ecuador, México, Bélgica, República Checa, Polonia, Perú, Colombia y Canadá, en donde las autoridades sanitarias recomiendan moverse a pie o en bicicleta, para guardar el distanciamiento social y evitar el contagio del Covid-19.

“Entendiendo que el transporte público constituye unas de las principales fuentes de posibles contagios, y de acuerdo con la recomendación efectuada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), nos parece que tanto la caminata como el uso de la bicicleta es esencial. Esto porque, por un lado, permite mantener la distancia necesaria para evitar contagios durante los traslados y, por otro, incorpora actividad física para aquellas personas que se encuentran en cuarentena o trabajando en casa”, señaló Matías Salazar Zegers, de la Red Ciudad Futura, entidad que pertenece a la Red Nacional de Convivencia Vial.

“Todas las ciudades de Chile necesitan racionalizar el transporte, pensar y diseñar intervenciones que ayuden a las personas a moverse en forma sustentable y segura desde el punto de vista del tránsito y ahora en pandemia, también de la salud. El COVID-19 es una desgracia, pero también una oportunidad de cambios estructurales en la movilidad”, declaró Jaime Valenzuela, miembro de la directiva del COSOC de la Subsecretaría de Transportes, y representante de la Sociedad Chilena de Ingeniería en Transporte, (SOCHITRAN).

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