Las autoridades chinas volvieron a cerrar una ciudad completa y con millones de habitantes a raíz del rebrote de casos de COVID-19, por lo que los habitantes de Jilin solo pueden abandonar solamente si dan negativo en el test para el virus y se ponen en cuarentena, según lo anunciado este miércoles por el gobierno de esa provincia.
La ciudad nororiental de Jilin es la capital de la provincia del mismo nombre y está a unos 1.000 kilómetros de Pekín y es en ese lugar donde se registraron seis nuevos contagios a nivel local, y la ciudad ya acumula una treintena de nuevos casos en la última semana.
Por tal motivo, las autoridades decidieron suspender todos los servicios ferroviarios (incluido el tránsito) desde este miércoles y hasta nuevo aviso, como medida de prevención, cierre que incluye también los cines y los gimnasios.
En este sentido, el teniente de alcalde de Jilin anunció que se pondrían en marcha otras restricciones con el objetivo de contener ese brote, ubicado en la cercana localidad de Shulan, y que depende administrativamente de ésta.
La provincia de Hubei, el noreste de China ha sido el punto más conflictivo para las autoridades locales, que en las últimas semanas se han visto obligadas a cerrar la frontera con Rusia después de detectar un goteo de ciudadanos chinos infectados procedentes de territorio ruso.
Aunque en un principio el foco se limitó a la provincia de Heilongjiang (donde se llegó a construir otro «hospital exprés» para combatir el brote) en los últimos días han emergido nuevos casos de transmisión local en Jilin y en la vecina provincia de Liaoning.
La Comisión Nacional de Salud de China afirmó que quedan 104 infectados activos en el país asiático, de los cuales 10 se encuentran en estado grave.