A 57 reclusos muertos dejaron los enfrentamientos entre bandas rivales que disputan las rutas de la cocaína de esa estratégica región del Brasil, señala un cable de AFP.
Al menos 16 de las personas asesinadas en la cárcel de Altamira fueron decapitadas, precisaron las autoridades del estado amazónico de Pará.
La rebelión empezó hacia las 07H00 locales (10H00 GMT) y concluyó antes del mediodía.
«Fue un enfrentamiento entre bandas rivales. Dos guardiacárceles fueron tomados como rehenes, pero ya fueron liberados», dijo a la AFP un portavoz de la Superintendencia de Prisiones de Pará.
Los enfrentamientos se iniciaron cuando dos personas detenidas en un ala reservada a los miembros de una de las facciones irrumpieron en la zona del grupo rival y desencadenaron un incendio, precisó el portavoz.
Un vídeo que circula en las redes sociales, reproducido igualmente por medios locales, muestra seis cabezas amontonadas junto a un muro; un prisionero se aproxima y hace rodar una con el pie, como si fuera una pelota de fútbol.
Otro vídeo muestra cuerpos calcinados sobre un techo del que emana una espesa humareda oscura, mientras reclusos armados con machetes recorren el lugar.
El gobernador de Pará, Helder Barbalho, lamentó el «episodio horroroso» y determinó la transferencia de 46 presos involucrados en el enfrentamiento, incluyendo el envío de diez «líderes» hacia prisiones federales de máxima seguridad.
Según las autoridades penitenciarias, la cárcel de Altamira tiene una capacidad de acogida de 200 presos, pero albergaba más de 300.
Cárceles y encierro inhumano
Brasil, con 727.000 detenidos, tiene la tercera mayor población carcelaria del mundo, aunque apenas cuenta con 368.000 plazas en sus prisiones.
Cerca del 33% son presos provisorios, es decir, que aún no han pasado por un juicio.
A fines de mayo, 55 presos perdieron la vida en ajustes de cuentas durante dos días de enfrentamientos en varias cárceles del estado de Amazonas, vecino de Pará.
Una ola de motines en estados del norte y del nordeste, con más de 100 asesinados, muchos de ellos en condiciones atroces, sacudió este país de 210 millones de habitantes a inicios de 2017, atribuidos a rivalidades entre bandas por el control de las rutas del tráfico de cocaína.
Las autoridades y atribuyen esas masacres a la lucha por el control de las rutas de la cocaína procedente de Bolivia, Perú y Colombia, los tres mayores productores de la droga.