Los nutrientes que se encuentran en las partículas atmosféricas, llamados aerosoles, son transportados por los vientos y depositados en el océano y en la tierra, donde estimulan la productividad del fitoplancton marino y las plantas terrestres que conducen al ‘secuestro’ de dióxido de carbono atmosférico.
«Se suponía que el polvo sahariano era el principal fertilizante para la cuenca del Amazonas y el océano Atlántico tropical al suministrar fósforo a ambos ecosistemas», comenta la autora principal del estudio, Cassandra Gaston, profesora asistente en el Departamento de Ciencias Atmosféricas de Escuela Rosenstiel de la UM.
Sin embargo, los hallazgos de los investigadores revelan que «las emisiones de quema de biomasa transportadas desde África son potencialmente una fuente más importante de fósforo para estos ecosistemas que el polvo», asegura Gaston.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron los aerosoles recogidos en los filtros de una colina en la Guayana Francesa, en el extremo norte de la cuenca del Amazonas, en busca de concentraciones masivas de polvo transportado por el viento y su contenido de fósforo total y soluble.
Después, rastrearon el humo que se movía a través de la atmósfera utilizando herramientas de teledetección satelital para comprender el transporte de humo de largo alcance desde África durante los periodos en que se detectaron niveles elevados de fósforo soluble. Luego pudieron estimar la cantidad de fósforo depositada en la cuenca del Amazonas y los océanos globales a partir de aerosoles africanos que queman biomasa utilizando un modelo de transporte.
El análisis concluyó que el humo de la quema generalizada de biomasa en África, principalmente el resultado de la limpieza de la tierra, incendios forestales y emisiones de combustión industrial, es potencialmente una fuente más importante de fósforo para la selva amazónica y el Atlántico tropical y los océanos australes que el polvo del desierto del Sáhara.
«Para nuestra sorpresa, descubrimos que el fósforo asociado con el humo del sur de África puede volar hasta el Amazonas y, potencialmente, sobre el Océano Austral, donde puede afectar la productividad primaria y la reducción de dióxido de carbono en ambos ecosistemas», señala la estudiante graduada de la Escuela Rosenstiel de la UM, Anne Barkley, también autora principal del estudio.
«Los aerosoles juegan un papel importante en el clima de la Tierra, sin embargo, hay muchas cosas que no entendemos con respecto a cómo afectan a la radiación, las nubes y los ciclos biogeoquímicos, lo que impide nuestra capacidad de predecir con precisión los aumentos futuros de la temperatura global», explica Gaston.
Así, estos nuevos hallazgos tienen implicaciones sobre cómo podría verse este proceso en el futuro, ya que la combustión y las emisiones de incendios en África y los patrones y cantidades de transporte de polvo varían con un clima cambiante y una población humana en aumento, tal y como indica la científica.
El estudio, que se publica en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, se basa en más de 50 años de investigación innovadora sobre aerosoles en el Caribe y América Latina por el profesor emérito de la Escuela Rosenstiel de la UM, Joe Prospero, un trabajo que ha continuado Gaston.
Fuente: Europa Press