Hace 17 días sonó el toque de clarín y rápidamente tuvimos que cumplir con nuestro mandato constitucional. Sabía que tendría que luchar una guerra diferente; una guerra que no da tregua y no conoce de horarios. Son más de dos semanas en la que hemos combatido el fuego día y noche, como también hemos ayudado a la reconstrucción de hogares. Este implacable enemigo arrasa con todo, lo que nos obliga a tomar decisiones.
El fuego es impredecible y debemos ser resolutivos ante éste, de manera de evitar algún accidente o tragedia, siempre actuando con prudencia, calma y con la frente en alto; manteniendo siempre en nuestras mentes el espíritu de ayuda del chileno ante las situaciones de catástrofe, porque el cansancio en estos momentos no existe.
Como chileno y militar es tremendamente gratificante sacarme el uniforme cada noche sabiendo que hemos cumplido con nuestra misión y que con esto se entregó esperanza a una familia que lo creía todo perdido. Nuestra mayor motivación, es sentir el agradecimiento de los habitantes de nuestro querido país.
Muchos dejamos nuestras propias familias de lado y arriesgamos la vida por un bien mayor, salvar a cientos. Esto es el sentido del cumplimiento del deber militar que me enseñó el Ejército de Chile, esto es lo que yo enseño a mi tropa, vocación de servicio y amor a la patria.
Subteniente