Desde hace poco más de un mes, la gran mayoría de los jóvenes chilenos de entre 10 y 19 años disfruta de unas merecidas vacaciones. Y si bien en décadas pasadas, las distracciones más comunes a esa edad eran ver televisión, juntarse con amigos, pasar tardes enteras en la piscina o pasear en bicicleta por el barrio, parece ser que el principal entretenimiento de este grupo hoy en día es uno solo: mirar el smartphone.
Así, al menos, lo reveló un estudio realizado por Motorola en 2018 que analizó el balance entre la vida personal y el uso del móvil. De acuerdo al sondeo, el 50% de los adolescentes tiene el celular al alcance de su mano al menos 12 horas diarias, y de estos, el 20% revisa su smartphone día y noche, casi ininterrumpidamente.
“Las investigaciones internacionales coinciden en que los jóvenes tienen el celular encendido las 24 horas. La pregunta formulada en el estudio de Motorola da un paso más. El teléfono no sólo está activo, sino que está prácticamente en sus manos todo el tiempo. No está encendido mientras ellos realizan otra actividad: la actividad es el propio celular”, explica Roxana Morduchowicz, especialista en cultura juvenil, consultora de Unesco y autora del libro “Ruidos en la web”.
Su carácter portátil, posiblemente, genera que el teléfono móvil sea la pantalla que más acompaña a los adolescentes durante el día. En todo el mundo, el celular es la pantalla principal (y en muchos casos la única) en la vida de los jóvenes. Realizan todas sus actividades a partir del teléfono móvil: se comunican con amigos, escuchan música, buscan información y juegan en red.
“La vida diaria de los jóvenes del siglo XXI se define por su relación con las pantallas. Las tecnologías han transformado la manera en que ellos aprenden, leen, se informan, se entretienen, miran películas, ven series, escuchan música y se relacionan con los demás. Se trata, sin duda, de transformaciones muy recientes y muy dinámicas: hace diez años ningún adolescente mencionaba a las redes sociales y hoy, no hay ninguno fuera de ellas. En solo una década, las redes sociales pasaron de no existir a convertirse en la principal actividad de los jóvenes cuando navegan por Internet”, afirma Morduchowicz.
Por eso -dice la especialista- no sorprende que los niños tengan encendido su celular las 24 horas, o que -como demuestra el estudio- esté al alcance de su mano la mitad del día, situación que se intensifica cuando llegan las vacaciones, periodo en el que los jóvenes tienen más tiempo libre y, por lo tanto, más horas para navegar en Internet desde sus teléfonos inteligentes.
Balance óptimo
Aunque actualmente es difícil que los adolescentes se desprendan de sus dispositivos, lograr un equilibrio entre la vida personal y el uso del móvil resulta fundamental no solo para ellos, sino también para sus familias.
Un buen punto de partida para conseguirlo es que padres e hijos acuerden el tiempo de uso del celular y las acciones que realizarán en él. De esta manera, pueden convenir qué momentos estarán libres de pantallas y qué otras actividades harán para que la tecnología no ocupe la totalidad del tiempo libre en vacaciones. Leer un libro, compartir actividades en familia, ir a una plaza, a un cine, a un museo o a la casa de un amigo, pueden ser momentos apropiados para que los celulares de los jóvenes pasen a segundo plano.
En cuanto a la relación constante de los adolescentes con sus teléfonos, es importante que los adultos sepan qué hacen y cómo utilizan sus hijos las tecnologías. “Esto se refleja en la necesidad de que los padres incorporen una nueva pregunta al diálogo familiar: ¿Qué hiciste hoy en Internet? ¿Qué páginas web conociste? ¿Con quién te comunicaste? ¿Hubo algo que te gustó o algo que te enojó? Esta es la mejor manera de conocer y compartir el uso que los niños de hoy hacen de las tecnologías”, concluye la especialista.