Se ha discutido hasta el cansancio el actual sistema previsional, el cual claramente necesita mejoras. El debate ha servido para esclarecer su funcionamiento y generar conciencia sobre el bajo nivel de ahorro existente, pero queda claro que no estamos ad portas de ver el fin de las AFP.
Si bajamos los puños y las ideologías por un momento, podemos concentrarnos en el aspecto más práctico de su administración. Porque aquí alguien tiene que manejar los recursos, sea el Estado, privados o nosotros mismos. Y eso no puede ser gratis, porque invertir es una profesión y como tal, requiere preparación y competencia. Por otro lado, la ausencia de lucro no garantiza un menor costo o un mejor rendimiento.
Es fútil tomar una postura moralista, pero es legítimo darse grandes objetivos. Se necesita una renovación del sistema y queremos ser su símbolo. Una institución moderna y con legitimidad que tenga como valores fundamentales incentivar el ahorro, educar y maximizar el valor de cada peso de sus afiliados. Que busque sistemáticamente eficiencias en su estructura, use extensivamente tecnología para transparentar la información y tenga una filosofía de inversión de largo plazo.
Introdujimos la idea de usar masivamente fondos cotizados en bolsa (ETF), que tienen comisiones bajísimas y mediante los cuales no se compran empresas sino mercados completos, en lugar de pagar comisiones (con los fondos de los afiliados) a gestores de activos nacionales o extranjeros. Pero esta no es una postura ideológica, sino más bien práctica. El SPIVA® U.S. Scorecard, publicado este año por S&P Dow Jones Indices, revela que la gran mayoría de los fondos mutuos no logran sobrepasar los índices de mercado en el largo plazo. Sobre un horizonte temporal de 15 años (lo que atraviesa ciclos), ~93% de los fondos no lograron entregar un retorno por encima de sus índices de referencia.
No es que los gestores sean malos, el problema es que muchos de ellos están atrapados en una lógica cortoplacista, la cual no se adapta a la tipología del cliente de una AFP, que tiene un horizonte temporal de décadas y para el cual es realmente el retorno de largo plazo el que cuenta. El afiliado AFP tiene que explotar ese horizonte temporal, no tener miedo de la volatilidad de los mercados, sino más bien abrazarla.
AFP Progreso, para nosotros, tiene un valor social enorme en que nos vemos aportando al mejoramiento de las pensiones en el país y a la democratización de los procesos de inversión. Nosotros estamos por la libertad. Nuestra visión de largo plazo no es la de manejar los ahorros de la gente, si no la de entregar una herramienta para que ellos mismos lo hagan.
La realización de este sueño no depende enteramente de nosotros. Si se pretende tener en pie un sistema liberal legítimo, para eso se debería fomentar la libre competencia y que cualquier ciudadano con la preparación correcta, pueda emprender en sectores tan importantes como éste.
*El próximo 15 de enero podría participar en el proceso de licitación que administre las cotizaciones de los nuevos afiliados entre 2018 y 2020.