América Latina y el Caribe dejará atrás en 2017 media década de caídas de los precios de su canasta de exportación y de un débil aumento del volumen exportado y logrará un crecimiento de 10% en el valor de sus envíos de bienes al exterior, según nuevas estimaciones entregadas hoy por la CEPAL en Santiago.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dio a conocer hoy su informe anual Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe, 2017 (anteriormente conocido como Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe), en el que señala que las importaciones de la región también se recuperarán, tras cuatro años de caídas de su valor, ya que se proyecta que crezcan un 7% en 2017.
Si bien se observa una gran incertidumbre en los ámbitos macroeconómico, tecnológico y geopolítico a nivel internacional, han contribuido al repunte del comercio de América Latina y el Caribe el mayor dinamismo de la demanda agregada en algunos de sus principales socios comerciales, la recuperación del crecimiento en la propia región —que se espera crezca 1,2% en 2017 y 2,2% en 2018, tras dos años de recesión—, el mayor precio de varios de sus productos básicos de exportación, y el desmantelamiento de restricciones arancelarias y no arancelarias en algunos de sus países, señala el informe.
Según el documento, la recuperación de las exportaciones regionales estará liderada en 2017 por los envíos a China y al resto de Asia (23% y 17% de aumento en valor, respectivamente), mientras que los envíos destinados a Estados Unidos y a la propia región tendrán una expansión cercana al promedio (9% y 10%, respectivamente). En tanto, las ventas a la Unión Europea serán menos dinámicas (con un 6% de aumento).
En cuanto al comercio al interior de la región, se espera también un repunte en todas sus subregiones, especialmente en América del Sur. Para el año en su conjunto, se proyecta un crecimiento del valor de las exportaciones intrarregionales de un 10%. El peso de éstas en los envíos totales de la región al mundo alcanzaría un 16,8%, nivel inferior al máximo de casi un 22% alcanzado en 1994, indica el reporte.
El estudio agrega que el comercio intrarregional ofrece un gran potencial para las exportaciones de manufacturas y, en general, de productos de mayor elaboración. “Esto pone de relieve la urgencia de profundizar la integración regional, más aún considerando el reciente giro de la política comercial de los Estados Unidos y la incertidumbre asociada a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)”, señala.
En la actual edición de Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe, la CEPAL analiza además el desempeño del comercio de servicios modernos de la región, es decir, aquellos de alto valor agregado e intensivos en el uso de tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs).
Dicha categoría se incluyen, entre otros, los servicios de telecomunicaciones, informática, los servicios financieros, los seguros y servicios de pensiones, las regalías por el uso de propiedad intelectual y diversos servicios empresariales. Varias de estas actividades ofrecen a los países de la región interesantes oportunidades de atracción de inversión extranjera, por ejemplo vinculada a procesos de outsourcing.
Según el documento, en este ámbito América Latina y el Caribe sigue siendo un actor marginal. Su participación en las exportaciones mundiales del total de servicios en 2016 fue de apenas un 3,1%, comparada con un 5,6% en las exportaciones mundiales de bienes. Específicamente, su cuota en la exportación de servicios modernos fue de solo 1,8%.
“El dinamismo exportador de la región depende de la puesta en marcha de políticas públicas activas de largo plazo. Se necesitan también estrategias público-privadas con objetivos claros para promover el capital humano y el ecosistema digital, incentivar las exportaciones y la atracción de inversión extranjera directa, así como profundizar la integración regional en servicios”, indicó Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, durante la conferencia de prensa en la que se presentó el informe.
En su tercera parte, el documento aborda los desafíos de América Latina y el Caribe frente al comercio agropecuario mundial. Se constata que la región en su conjunto es exportadora neta de productos agrícolas. El peso del sector agropecuario en las exportaciones regionales ha aumentado fuertemente en este siglo, pasando del 17% en 2000 al 26% en 2016. En tanto, la participación de la región en las exportaciones agropecuarias mundiales también ha crecido, aunque en menor medida: del 10% en 2000 al 13% en 2016.
En este sentido, el organismo regional de las Naciones Unidas destaca que las exportaciones agropecuarias de América Latina y el Caribe mostraron una resiliencia mayor que sus envíos totales en el período 2012-2016, el de peor desempeño exportador de la región desde la década de 1930: mientras que en tal período el valor de las exportaciones agropecuarias regionales disminuyó solo un 1%, la contracción del total de sus exportaciones fue de un 21% como resultado de cuatro años consecutivos de caídas.
Las cifras incluidas en el estudio muestran una alta heterogeneidad en la región. En el último decenio, América del Sur ha originado en promedio el 80% del valor de las exportaciones agropecuarias de toda la región, México el 11%, Centroamérica el 7% y el Caribe solo el 1%. La canasta exportadora regional está claramente dominada por los productos básicos como el azúcar, el café sin tostar ni descafeinar, los porotos y tortas de soja, el maíz y la carne bovina congelada. Por el contrario, la región presenta un pobre desempeño exportador en productos elaborados.
Según la CEPAL, la alta concentración actual en materias primas impone el urgente desafío de “descomoditizar” la canasta de exportaciones, tal como ocurre en otros sectores vinculados con los recursos naturales. Para ello resulta indispensable desarrollar atributos diferenciadores, tales como calidad, marca, trazabilidad, inocuidad y certificaciones internacionales (de producción orgánica, comercio justo o baja huella ambiental, entre otras), que permitan alcanzar precios más altos en los mercados mundiales, indica el organismo. Asimismo, se requiere generar condiciones más propicias para procesar en la región aquellos productos que hoy se exportan casi exclusivamente en forma bruta. Para todo ello resultan indispensables políticas industriales más activas, implementadas en el contexto de alianzas público-privadas.