«El punto crucial será unir a todos los países, a todos para que hagan todo lo posible para reforzar esas sanciones, que hagan todo lo que pueden para resolver este problema sin llegar a un conflicto militar», dijo en una entrevista en la cadena ABC este domingo el general H.R. McMaster, consejero de Seguridad Nacional del Presidente, Donald Trump.
Por «todos los países», los estadounidenses señalan principalmente a China y a Rusia, dos aliados económicos de Pyongyang y con los que comparte fronteras.
«Todas las opciones están en la mesa», previno al canal ABC el general, aludiendo a una fórmula diplomática para referirse a una acción militar.
La embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, fue más tajante en una entrevista con el canal CNN.
«Todos sabemos que básicamente si Corea del Norte sigue con este insensato comportamiento, si Estados Unidos tiene que defenderse o defender a sus aliados, Corea del Norte será destruido», dijo Haley a CNN. «Ninguno de nosotros queremos eso, ninguno desea la guerra».
Pyongyang realizó semanas atrás su sexto ensayo nuclear y varios tiros de misiles intercontinentales, el último de éstos el viernes, con un misil que sobrevoló Japón.
El acto fue visto como desafiante unos días después de que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara un octavo paquete de sanciones contra Corea del Norte.
Trump y su homólogo de Corea del Sur, Moon Jae-In, se comprometieron a ejercer «una mayor presión» sobre Pyongyang durante una conversación telefónica.
El objetivo es que «el régimen norcoreano entienda que más provocaciones solo lograrán reforzar el aislamiento diplomático y las presiones económicas que llevarán a su hundimiento», declaró la Presidencia surcoreana en un comunicado.
Más y más duras sanciones
China y Rusia votaron el pasado lunes a favor de sanciones para restringir las exportaciones de petróleo hacia Corea del Norte, que depende de China para la provisión de este recurso, pero Washington aspira a que este flujo de crudo se cierre definitivamente.
Estados Unidos insiste en que los 30.000 trabajadores norcoreanos expatriados en Rusia representan una fuente de ingresos para el régimen de Kim Jong-Un pero, según los expertos, Moscú quiere evitar un escalamiento en Pyongyang, que amenazaría con desestabilizar la región.
Los estadounidenses lograron que la aplicación de sanciones sea abordada durante una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU el jueves, en la que participarán los ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros.
Además Trump se reunirá en Nueva York con sus pares de Japón y Corea del Sur.
A la fecha, la acumulación de sanciones no ha disuadido a Kim Jong-Un para detener su ambición de desarrollar su programa nuclear y balístico.
Citado este sábado por la agencia estatal KCNA, Kim dijo que su «meta final es establecer el equilibrio de fuerzas real con Estados Unidos para que los gobernantes norteamericanos no osen seguir hablando de opción militar contra Corea del Norte».
El jefe de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, definió como los «cuatro No» la estrategia de Estados Unidos: no a un «cambio de régimen», no a un «colapso del régimen», no a la «reunificación acelerada de la península» y «no buscamos razones para enviar fuerzas al norte de la zona desmilitarizada».
«La campaña de presión pacífica consiste en ensamblar la más grande coalición internacional posible para enviar el mismo mensaje a Corea del Norte y a sus vecinos, China y Rusia, que es la política del resto del mundo», dijo Tillerson en entrevista con el canal ABC.
La embajadora Haley, de su lado, dijo que en caso de ser necesario no titubeará en pasar el caso al secretario de Defensa, el general Jim Mattis.