En la mayor parte del país, exceptuando algunas zonas sureñas (Región del Biobío al sur), el agua que usamos en los hogares e industrias tiene un alto nivel de dureza. Esto significa que la composición de la misma contiene una excesiva cantidad de minerales, en particular sales de magnesio y calcio.
Al estar los minerales en contacto con las rocas desde su descenso por las montañas, el agua del norte tiene altos niveles de dureza, por lo que los habitantes de esos sectores pueden notar con mayor facilidad sus desagradables efectos: uno de ellos, la escasa espuma que se genera, por ejemplo, al lavarse las manos o el pelo.
Además de esto, minerales precipitan o se convierten en sarro, adhiriéndose a los calefones, hervidores, lavadoras, duchas y griferías, y obstruyendo y deteriorando estos aparatos con el paso del tiempo. Esta situación puede generar, asimismo, una significativa baja en la presión del agua en los artefactos de baño y cocina, y -en ocasiones- una disminución de la temperatura en el agua caliente. En otros casos, el daño puede llegar a tanto producto del sarro adherido, que se deben adquirir nuevos electrodomésticos.
Para combatir este problema, en general las personas han descubierto algunas soluciones caseras, como lavar el hervidor o la tetera con vinagre o limón. Otra alternativa es utilizar productos corrosivos, que se aplican directamente en los productos. Sin embargo, la gran dificultad de esas soluciones es que son solo “estéticas”, es decir, que tratan localmente el problema y una vez que el daño está hecho, sin atacar el verdadero origen del mismo, que es la dureza del agua.
Pocos saben que la única solución que existe en el mercado para tratar el agua dura es el filtro antisarro y el ablandador de agua. Los filtros antisarro (más económicos) se instalan directamente en las salidas de agua fría de lavadoras, lavavajillas y calefones, específicamente. Además de reducir el problema de sarro y así proteger los electrodomésticos, permiten ahorrar una cantidad importante de detergente en cada uso. Sin embargo, tiene una vida útil limitada (un año generalmente), tiempo en el cual deben ser reemplazados.
La solución más integral, aunque de mayor valor, son los ablandadores de agua. Estos equipos se instalan en la entrada principal de agua de la casa y actúan sobre la totalidad de la misma, con capacidades diferentes de tratamiento según el modelo. El sistema de ablandador funciona mediante una resina a la que quedan adosados los minerales, esencialmente calcio y magnesio.
Si bien un ablandador consume sal para su operación (sal industrial granular), este tratamiento produce ahorros importantes de detergente (al menos un 25%) y mayor eficiencia energética al evitar que se aíslen por el sarro equipos como termos, calderas y calefones que transmiten calor al agua, por lo que, en términos de costo directo asociado a mayor vida útil de artefactos e instalaciones, resulta en una excelente solución para este gran problema doméstico, mucho más habitual lo que pensamos.
