El ex ministro de Ricardo Lagos, Ernesto Ottone, salió en defensa de su ex jefe y lo pone en un altar al destacar las características de un “hombre de Estado” y liderazgo que posee, afirmando de paso que al embarcarse en esta misión de ser candidato presidencial sabía que corría un riesgo que requería mucho coraje, “y lo hizo porque entendía plenamente el peligro de este tiempo para Chile”.

En una columna publicada hoy en El Mercurio, Ottone sostiene que luego de la bajada de Lagos como precandidato a La Moneda, quienes estaban en contra y lo criticaron “pasaran bajo religioso silencio sus muchos aciertos, les volviera a la memoria su capacidad de gobierno, su construcción republicana, su eficiencia para enfrentar la adversidad económica, y compungidos le abrieran la puerta de la historia y reclamaran su lugar en el panteón de los elegidos”.

Desde su punto de vista, explica que sean cuales sean las motivaciones de los actuales dirigentes políticos (Comité Central del PS) tenían el derecho a tomar sus decisiones, mencionando que Lagos ha reaccionado “conforme a su recorrido de vida, desde la convicción ciudadana y la serenidad republicana”.

“Señaló una vez más lo que ya sabíamos, que no era un caudillo ni se sentía portador de una iluminación mesiánica, que las propuestas que había presentado al país, por más que fueran de avanzada e innovadoras, solo le daban sentido a su candidatura si concitaba en torno a ellas el apoyo de su espacio político y a partir de ello se abrían paso en la voluntad ciudadana. Ello no sucedió, y por lo tanto para alguien que cree en la democracia y que entiende la política como un servicio y un proyecto, no cabía más que renunciar”, señala.

Además, rechaza las críticas hacia el ex mandatario de quienes dijeron que “no era su tiempo” o que la “sociedad ha cambiado” para explicar su insuceso, ya que “lagos sabía que al ponerse a disposición de los chilenos corría un fuerte riesgo que requería mucho coraje, y lo hizo porque entendía plenamente el peligro de este tiempo para Chile, la desconfianza generalizada en la política, una experiencia de gobierno de escaso respaldo, una coalición política en la cual los particularismos predominan por sobre un proyecto compartido, una derecha con bríos restauradores y un neopopulismo en vías de su propia constitución”.

Ottone propone que ahora es tiempo de “preservar ese espacio de pensamiento y acción que conjuga la libertad y la igualdad que Lagos representa y que hace de la reforma un camino gradual y bien delineado”.

Y concluye su visión con que “Lagos podrá aportar con su reflexión y su vocación de hombre de Estado, agregando en torno a ese método reformista nuevas voluntades de acción capaces de contribuir a evitar una centroizquierda a la deriva y un Chile pobremente dirigido que pueda retrotraernos a la fragmentación social y a la polarización que precede al estancamiento”.