Dice el viejo refrán popular «De los arrepentidos es el reino de los cielos….» y parece ser que esa es la consigna que ha abrazado Jaime Ravinet, el ex ministro y figura DC que dejó la colectividad y se instaló como ministro del hoy cuestionado ex Presidente Piñera. Con este cambio de bando, Ravinet se autoexilió del partido en que militó toda su vida. Desde hace varias semanas Ravinet, viene opinando y dando luces de querer volver y para ello hace méritos alineándose con los duros y conservadores de la colectivdad.
Este sábado, en el viejo Mercurio, Ravinet, publica una columna titulada «La DC: ¡Aún es tiempo!», en la que hace un lamado a recuperar el espíritu de esa colectividad y advierte que, de no hacerlo, desaparecerá.
A continuación, como es nuestro estilo, repdocuimos completamene el escrito de Ravinet.
«Hace algunas semanas su diario publicó un excelente y acertado artículo de Edmundo Pérez Yoma sobre la DC, en el que demanda la necesidad de que se reencuentre con sus ideas y su papel histórico
Como DC de corazón, no puedo sino compartir su llamado y expresar mi anhelo a que sea acogido en la próxima Junta Nacional del 11 de marzo y así, muchos que hoy miramos a la DC desde afuera, volvamos a reintegrarnos a sus filas y sentirnos nuevamente interpretados por su conducta política.
Defender la vida, los derechos humanos, la libertad de educación y la libertad de asociación sindical, la necesidad de retomar el crecimiento económico, junto a las reformas necesarias que apunten, efectiva y eficazmente, a una mayor igualdad entre los chilenos. Son valores que de ser asumidos con claridad por la DC, nuevamente, le permitirán volver a captar el apoyo de los jóvenes, especialmente en las universidades y centros de estudio, donde hoy tiene una mínima expresión.
¿Cuántos profesionales jóvenes y de mediana edad se volverían a motivar por la política si ven a la DC impulsar un programa de reformas necesarias de inspiración humanista (cristiano y laico)?
Luchar por fortalecer y mejorar la educación pública no tiene por qué dañar a la educación particular y atentar contra el derecho de cada familia a escoger la educación de sus hijos. Impulsar reformas económicas y laborales debiera servir para mejorar la calidad de vida de los chilenos y no pretender solo «bajar de los patines» a los más privilegiados para que todos queden «iguales». Los chilenos aspiran a progresar en base a su mérito en un sistema más justo y no a que se les «nivele para abajo».
Es necesario que la DC defina un programa de gobierno, fundado en sus principios, que rectifique los errores cometidos, reponga a Chile en el camino del crecimiento, y que modernice y descentralice sus instituciones. Y sobre esa base, definir sus alianzas políticas con otras fuerzas del humanismo laico, donde se apruebe un programa compartido y que se funde en valores comunes, como por ejemplo: la vigencia universal de los derechos humanos. Por tanto, no más alianzas políticas con partidos o sectores que defiendan los derechos humanos en Chile, pero que avalan sus violaciones en las llamadas «democracias progresistas» como Cuba, Venezuela y Corea del Norte, como ya antes lo hicieran con la URSS.
Qué mejor ejemplo que la reacción del PC frente al rechazo del ingreso a Cuba de Mariana Aylwin y del secretario general de la OEA, donde muestran su doble estándar, una vez más, en materia de libertad de expresión y de reunión.
¿Cómo se puede compartir un programa de gobierno con el PC, donde la política exterior juega un rol fundamental?
La política de alianza de la DC no puede ni debe estar inspirada en obtener solo buenos resultados electorales, un gran número de parlamentarios y muchos cargos públicos.
La DC debe estar preparada para reemprender hoy el camino del testimonio, si estos acuerdos políticos basados en principios comunes no fructifican, como así lo hicieron sus fundadores por más de 25 años en el siglo XX, hasta convertirlo en el partido político más grande del siglo XX.
Se deben enfrentar las elecciones con ideas y candidatos propios y buscar legitimarse nuevamente por sus principios y planteamientos. Si eso deja fuera a la DC en la segunda vuelta de la elección presidencial, o si el llevar una lista propia de candidatos al Congreso le hace perder algunos parlamentarios, ello será el costo de volver a reencantar a nuestro pueblo y en especial a sus jóvenes.
¡Será una muestra de consecuencia política! Y así no se repetirá la experiencia política de las últimas elecciones municipales, que castigó a la DC por ser parte de un mal gobierno, y en el que no obstante ser su partido mayoritario, ha sido, como se dijo, «el arroz graneado» o un «acólito menor» sin ninguna influencia para rectificar malas políticas públicas inspiradas en consignas sesenteras o desprolijamente diseñadas y pobremente ejecutadas.
Como lo escribió Eduardo Frei Montalva en 1942: «Aún es tiempo», dedicando su libro «a los que están dispuestos a luchar con fe por una Patria Grande».
¡Sí, aún es tiempo para la DC!: Rectificar, volver a sus principios y no desaparecer por sus errores o ambigüedades, como le ha sucedido en gran parte de Europa y América Latina», remata Ravinet.