Si pensaban que la polémica -para algunos un perfecto plan desestabilziador para la Nueva Mayoría- por el fallido viaje de Mariana Aylwin a Cuba, debido a un acto político privado, encendió la vieja pugna entre el partido que naciera en Moscú y la colectividad que surgió desde el corazón del desaparecido Partido Conservador: la DC, estaba a la baja, se equivocaron. Este sábado Mariana reenciende la polémica con una hasta divertida cilumna publicada -era que no- en El viejo Mercurio, la que sin duda sacará más chispas y reafirmará la idea de que la DC debe levnat su propio candidato en la próxima presidencia.
A continuación, y como es nuestro estilo, reproducimos íntegramente la columna titulada «El Plan».
«En estos días quedó al descubierto un siniestro plan que tiene distintas etapas, con fines internacionales e internos. El objetivo del plan internacional es desestabilizar al gobierno cubano y el objetivo interno es terminar con la Nueva Mayoría.
Por fin, sus ejecutores fueron descubiertos. El secretario general de la OEA, Luis Almagro; el ex Presidente de México Felipe Calderón, y la hija del recientemente fallecido ex Presidente de Chile Patricio Aylwin, entre otros, pretendían participar en una actividad sediciosa en Cuba, organizada por instituciones «ilegales».
Esta última fue pillada con las manos en la masa en el aeropuerto de Pudahuel, cuando intentaba embarcarse en un vuelo rumbo a la isla, pese a que la Cancillería cubana le había advertido delicadamente a las autoridades chilenas que no veía con buenos ojos que Mariana Aylwin viajara a Cuba. No era una amenaza, se hizo de forma «discreta y constructiva», sobre todo por el enorme respeto que tiene el gobierno cubano por la figura del ex Presidente Aylwin. Por eso no querían que su hija pasara un mal rato, porque el gobierno había decidido que el acto no se realizaría.
Pero ella, sin escuchar este generoso consejo, optó por implementar la primera parte del plan, participando de una grave provocación contra el gobierno cubano, para generar «inestabilidad interna y afectar las relaciones diplomáticas de Cuba». No era posible aceptar esta afrenta. Inmigración cubana informó a la aerolínea que no dejara embarcar a esta provocadora internacional. El plan estaba urdido desde Washington y encabezado por una joven activista de 28 años, Rosa María Payá, que preside una Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, pero que, además, lidera una campaña para que se convoque un plebiscito, con el fin de que el pueblo cubano decida su futuro, llamada Cuba Decide, desafiando al régimen castrista.
El Plan fue urdido con tanta malicia que lograron embarcar nada menos que al secretario general de la OEA con el ardid de otorgarle el Premio Oswaldo Payá por su compromiso con los valores democráticos. ¡Otra provocación inaceptable, puesto que el nombre de Oswaldo Payá evoca la lucha por la democracia y la apertura de las libertades en Cuba! Pero esta joven se empecinó en arriesgarse y arriesgar a sus invitados y decidió que el premio se entregara en un acto privado en casa de su familia. El régimen no tuvo más que defenderse de este enorme peligro, deteniendo a cubanos que iban a participar del homenaje, deportando a algunos de los jóvenes de la Red que llegaron a Cuba y declarando «inadmisibles en Cuba» al secretario general de la OEA, al ex Presidente de México y a Mariana Aylwin, que iba bajo la chapa de hija del ex Presidente a recibir una mención honrosa para su padre del Premio Payá.
La segunda parte del Plan está urdida por los sectores «conservadores de la Democracia Cristiana» que integran este contubernio financiero y político, a través de instituciones como CDC (Centro Democracia y Comunidad) vinculado a ese partido, como lo destaca la declaración del gobierno cubano.
Pese a que este logró parar la acción anticubana internacional, los conjurados en Chile decidieron pasar a una segunda etapa, que consiste en la manipulación política del legítimo derecho de Cuba de prohibir el ingreso a Cuba a Mariana Aylwin, dada su peligrosidad. Se trata de la «provocación interna», para intentar dividir a las fuerzas políticas «democráticas» agrupadas en la Nueva Mayoría. Han desplegado una «burda operación» y un inexplicable show mediático con el fin de parar, e incluso desandar, los cambios en nuestra sociedad iniciados en el gobierno de la Nueva Mayoría.
Hasta aquí la historia de la conspiración.
La verdad es muy distinta.
Simplemente Cuba actuó como actúan las dictaduras. Las frases de sus comunicados son idénticas a las del gobierno de Pinochet cuando en circunstancias similares hizo lo mismo. Los que fuimos impedidos de llegar a Cuba actuamos denunciando el hecho como lo haría cualquier demócrata frente a una decisión arbitraria de una dictadura. Por eso, el tema de fondo respecto de las reacciones distintas dentro de la Nueva Mayoría tiene que ver con cómo entendemos la democracia. Para quienes apoyamos a la oposición democrática y pacífica en Cuba y en Venezuela, la democracia conlleva no solo una institucionalidad de fachada democrática, sino el respeto irrestricto a valores esenciales de la persona humana. La libertad no es sustituible por la igualdad, ni menos por una verdad oficial. El respeto a la dignidad de las personas se expresa en el ejercicio de su soberanía, la libertad de expresión, de organización, de reunión, de oposición, de emprendimiento, en cualquier gobierno, del signo que sea. Lo que queda de manifiesto es que quienes defienden a Cuba no entienden la democracia como la entendemos quienes creemos que estos son valores esenciales para la vida en común. Lo que nos diferencia es, finalmente, el miedo a la libertad que demuestran quienes aún defienden ideas y acciones totalitarias que creíamos superadas en nuestro país», remata Mariana que de seguro tendrá una réplica.