Hace tiempo que no salíamos a los medios de comunicación con alguna reflexión sobre los lamentables episodios que estamos viviendo como país. Nos referimos a los destapes de la verdad sobre la maldita Ley Longueira. Todos los días se van cayendo las mentiras en torno a cómo se gestó, financió y elaboró la estrategia para que los “honorables” cuando tenían que votar en el Congreso, fuesen claros aliados de la gran industria.
Lo más triste de todo esto es que ya los dirigentes y pescadores de todo Chile lo veníamos advirtiendo, pero claro si apenas tenemos una lancha de 12 metros, nuestro grito poco o nada vale frente a la maquinaria montada desde una cómoda oficina en el norte grande, zona central o resto del país. Aquí todo vale, ya sea Sonapesca, Corpesca, Asipes, Fipes y otras que están en la lista. Señor Moncada, la ley no tardó demasiado y para mal de Ud. llegó a su oficina.
De esta forma se va desmoronando la trama indigna para apropiarse del mar de Chile, por 20 años y en plazo renovable y a perpetuidad. Más encima heredable y pagando un royalty mínimo. Así cualquiera hace empresa.
Nada hemos avanzado con la pesca de arrastre, las 5 millas, las cuotas, las licitaciones abiertas y la protección social. Todo pareciera que se hace nada en el mar de todos nosotros los chilenos.
Qué le vamos a dejar de herencia a nuestras familias, es la pregunta que nos seguimos haciendo cada día. A veces pienso si no me equivoqué de actividad, es romántico decir “soy pescador” pero lo que encierra nuestra noble labor es deprimente por decir lo menos. Nacemos condenados a luchar todos los días, sin claudicar una sola jornada. Si mi bote se vuelca y muero, solo a mi familia le afectará. Cero protección de asistencia, me morí y hasta ahí llegamos.
En la otra vereda están los grandes empresarios industriales, los que sin ningún freno se apropian de la materia prima (peces y crustáceos) de nuestro mar. Sin pagar lo que deben, depredando sin freno y como si fuera poco, adjudicándose derechos que nadie sabe de donde los inventaron. Cuantos millones de dólares deja de recibir el Estado chileno por ese regalo subterráneo y pantanoso.
Nos preguntamos los pescadores artesanales, que nos pasa como sociedad, nada me importa de mi suelo, mi aire o mi mar. Sí podemos decir con la frente en alto que hemos dado una batalla de muchos años a la fecha, en esas refriegas nos han usado como trampolines a títulos parlamentarios y de cualquier tipo.
No volverán a darse esas condiciones, los pescadores somos vivos y leemos y escuchamos mucho. Nos nos miren en menos. Podemos pecar de silencios, pero de quedados, ni una escama.
Para muestra este botón. Desde hace mucho que veníamos adelantando las componendas de industriales y legisladores para obtener una votación a su favor en el Congreso, nos acusaron de fantasiosos y que pretendíamos ver bajo el agua…VIMOS BAJO EL AGUA, dimos nombres, pero igual no quisieron escucharnos. Ahora el castillo de coimas está siendo destruido.
¿Qué está pasando ahora? Vino la investigación de una Fiscal (Ximena Chong) y comenzó a caerse a pedazos toda la estructura fríamente armada para que los poderosos señores de la industria pesquera vieran que sus arreglines tenían un plazo de término.
No dejaré pasar las últimas asambleas efectuadas en Valparaíso, Puerto Montt y Concepción (Caleta Lo Rojas) donde dirigentes de todo el territorio han aplaudido los nuevos pasos que estamos a punto de dar. Hemos decidido gritar con más fuerza que nunca nuestras angustias y pesares.
Dentro de poco saldremos a la calle y como un solo cuerpo vamos a dar la última lucha antes de la ANULACION DE LA LEY MÁS OSCURA Y MAL OLIENTE DE LOS ÚLTIMOS AÑOS. Los pescadores artesanales perdimos la paciencia y por ello formamos el “Frente Amplio Pesquero Artesanal”. Este frente une a miles de pescadores, incluso de otras agrupaciones que no están de acuerdo con sus dirigencias y las abandonan para sumarse a nuestra causa.
Quienes hemos salido airosos, somos nosotros, sin esconder nada, somos los eternos “viejos pescadores artesanales”. Sabemos de oleajes y ventiscas, de mar brava y furiosa, pero lo que mejor dominamos es la honradez, la vergüenza y la decencia de vivir con lo poco que nos brinda el mar de todos los chilenos. Ese muro es más fuerte que muchas olas, porque es un muro de “verdad”.
(*) Columna escrita para Infogate por Nelson Estrada, vicepresidente del Consejo Nacional de Defensa del Patrimonio Pesquero (Condepp),