viernes, noviembre 22, 2024

Dile NO a la violencia intrafamiliar

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Mauricio Ortega fue formalizado y es el principal sospecho de haberle causado múltiples fracturas de cráneo y sacarle los globos oculares a su ex pareja Nabila Rifo en Coyhaique. El terrible caso de este femicidio frustrado ha conmocionado a la opinión pública y obliga a tratar el tema de la violencia intrafamiliar y de género en Chile.

En lo que va de 2016 ya se han cometido 14 femicidios en Chile. En 2015 el número total fue de 45 homicidios, cifra que superó la estadística de años anteriores, que fue de 40 mujeres muertas en 2014 y 2013. ¿Por qué la violencia contra la mujer en Chile no disminuye?

“Si bien se han hecho campañas, el tema no se limita a la violencia intrafamiliar. Vivimos en una sociedad violenta. En general, la violencia intrafamiliar se ve de manera muy micro, cuando en la realidad es un tema cultural, histórico e incluso político. Mientras no haya una educación macro del tema de la violencia, no van a bajar las cifras. Porque no es un tema privado, es una problemática pública. Hay un discurso patriarcal, porque aún hay sectores de la población donde la violencia está naturalizada”, asevera Francisco Merino, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.

Lamentablemente, son muchas las mujeres que aunque sufren violencia intrafamiliar no se atreven a denunciar ante las instancias judiciales o, peor aún, dejan el proceso sin efecto y vuelven al círculo vicioso de la violencia. En el caso de Nabila, ella denunció a Mauricio Ortega en 2015, cuando éste habría intentado matarla con un hacha por celos. Él quedó con firma mensual e fue instado a hacerse un tratamiento e intervención. Pero, todo indica que continuaron en la misma dinámica, acabando con un terrible intento de femicidio.

¿Por qué hay mujeres que soportan la violencia? “Hay mujeres que al primer acto de violencia de la pareja terminan, pero hay otras que continúan. Estas últimas siguen, porque ellas también están amarradas al discurso de cómo debe ser una mujer o buena madre. Este tipo de mujeres se restringen y se ven de una manera que calza con estos hombres. También depende de la importancia que se le da a la familia nuclear, que es el típico discurso ‘no me puedo separar porque están mis hijos’. Es un tema de límites personales, de construcción de identidad personal. Influyen temas de autoestima, de afectividad. Otro factor común es que son personas más co-dependientes emocionalmente, ya que juzgan siempre una situación desde la emocionalidad del otro. ‘Está mal que me pegue, pero estaba estresado’”, ejemplifica Merino.

El peligro está cuando la violencia contra la mujer está naturalizada. Hoy en día con la tecnología a mano, el control puede ser aún mayor. “A medida que pasa el tiempo van apareciendo otras formas de violencia, como el control del celular, las claves de redes sociales, las formas de convivencia, etc. Además, entre las mujeres están aceptadas ciertas conductas violentas, porque las ven como celos demostrativos de amor. Está minimizado y naturalizado”, explica Merino, quien es psicólogo del Centro de Atención y Prevención de Violencia Familiar y Maltrato Infantil perteneciente a la Corporación del Desarrollo Integral de la Familia.

Cómo identificar a un hombre agresivo

Los hombres que ejercen violencia contra la mujer tienden a tener comportamientos comunes. Hoy en día, el control del celular, la prohibición de salidas con amigos y otras agresiones físicas y/o sicológicas son las principales pistas.

“Generalmente los hombres que ejercen violencia provienen de una familia que tiene un discurso violento sobre el género. Tienden a ser más controladores, en el sentido de revisar para sentirse seguros (por ejemplo, el celular de su pareja), controlar el dinero y las salidas. Otra característica común es que ven a la mujer sólo en un rol y la juzgan desde esa mirada. Por ejemplo, si es una pareja con hijos, la ven sólo como madre, olvidando que es mujer, persona, etc. La visión enmarca a la mujer dentro de un rol muy predeterminado y con escasas posibilidades de movilizarse a otro aspecto. Un ejemplo común de esto es la frase ‘es que las mujeres no trabajan’”, explica Francisco Merino, docente de la Escuela de Psicología de la U. del Pacífico.

Es por esas construcciones mentales tan interiorizadas en el hombre que ejerce violencia, que el cambio en ellos es un proceso muy difícil. “Ellos deben aprender a ser capaces de ver a la pareja en sus múltiples construcciones sociales. Es un proceso largo de resignificaciones culturales y de roles que puede durar uno o dos años, donde hay bastantes recaídas que se deben asumir como algo normal del proceso”, declara el especialista.

Una de las señales más claras es el control excesivo y el aislamiento de la red de apoyo de la mujer. De hecho, la terrible golpiza que sufrió Nabila Rifo, mujer de 28 años, habría sido causada por el enojo de Ortega al enterarse que ella había compartido con sus hijos en una fiesta familiar sin su ‘autorización’. “Hay que poner ojo cuando la pareja va quitando y limitando el tiempo personal (como aislarlo de sus amigos y familiares, no permitir salidas, etc.). Eso es un signo claro”, concluye el psicólogo.

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