No todos los niños inquietos sufren de déficit atencional, sin embargo, su diagnóstico en nuestro país se ha masificado en el último tiempo. “Se calcula que entre un 4 y un 12% de los niños presentan el Trastorno por Déficit de Atención (TDAH)”, asegura la psicóloga Susana Arancibia, docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Pacífico.
La especialista, Master en Neurociencia y Salud Mental, plantea que el Trastorno por Déficit de Atención puede manifestarse de tres formas. La primera, es con un predominio hiperactivo-impulsivo, asociado a niños que se mueven en exceso. “Estos niños se muestran impacientes y ansiosos. Sus respuestas suelen ser precipitadas e irreflexivas, interrumpen diálogos y juegos, y realizan acciones precipitadas sin evaluar sus consecuencias, llegando en ocasiones a ser agresivos dentro de la sala de clases, lo que genera impopularidad entre sus compañeros, numerosas faltas y reiteradas citaciones de los padres al colegio”, explica.
Una segunda forma se presenta con predominio del déficit de atención. “En este casos, los niños parecen inatentos, como si no escucharan. Se muestran pasivos y evidencian desorganización. Son los más difíciles de detectar, por su falta de movimiento y disrupción. Esta conducta tiende a concebir prejuicios a nivel académico, poniendo en duda sus capacidades principalmente cognitivas”, comenta Arancibia, quien aclara que los niños que presentan este problema poseen niveles de desarrollo cognitivo similares al promedio de sus compañeros.
Y finalmente, están los de tipo combinado. “Se integran las características de los dos anteriores y no es poco común encontrar en este grupo a niños con conductas desafiantes y oposicionistas, junto con la respuesta descalificadora del mundo adulto”, afirma.
Claves para diagnosticarlo
La psicóloga y docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Pacífico, Susana Arancibia, enumera las características fundamentales que presentan los niños que sufren el Trastorno por Déficit de Atención:
- Corto tiempo de atención y dificultad para mantenerla sobre bases consistentes.
- Susceptibilidad a distraerse frente a estímulos externos.
- Impresión externa de no escuchar bien.
- Fallas repetidas en seguir instrucciones o en completar tareas escolares.
- Escasa capacidad de organización: olvidos, falta de atención a los detalles y pérdida de cosas necesarias para realizar la tarea.
- Hiperactividad.
- Impulsividad.
- Conductas disruptivas o agresivas.
- Tendencia a realizar actos potencialmente peligrosos. No mide el riesgo.
- Dificultad para aceptar la responsabilidad de sus acciones.
- Baja autoestima.
- Dificultad en habilidades sociales.