Naciones Unidas ha hecho de la equidad de género un tema central en su agenda hecho que se evidencia en un robusto marco de principios e instrumentos jurídicos y políticos entre los que se encuentran la Plataforma de Acción de Beijing y la Convención sobre todas las formas de discriminación contra la Mujer –CEDAW-. Sin embargo, son muchos los retos para la materialización de la equidad de género, incluso en la estructura de la ONU donde los más altos niveles de decisión no siempre son espacios para mujeres.
Anticipándose a la elección del nuevo Secretario General de Naciones Unidas en el 2016, se ha dado inicio a una campaña mundial sin precedentes para hacer de éste un proceso más incluyente y promover así la candidatura de una mujer. La iniciativa que tuvo origen en la sociedad civil a través de Equality Now sigue sumando adeptos alrededor del mundo y hoy se acompaña de un grupo de más 40 Estados miembros de la Organización que se han unido para respaldar la llegada de una mujer a la Secretaría General.
Se trata de una oportunidad histórica en la que Naciones Unidas tendrá que demostrar si su aspiración de equidad es también aplicable cuando se trata del ejercicio de poder. Si bien, algunas de las principales agencias del Sistema de Naciones Unidas están a cargo de mujeres, el porcentaje que ocupa un alto nivel jerárquico en la organización no alcanza el 30%. De ahí que la promoción de la participación política de la mujer en los grandes escenarios de toma de decisión mundial parece contar con una frontera invisible y a la vez infranqueable, ¿por qué?
La persistencia de imaginarios alrededor de los roles y las competencias asociadas al género es una de las razones. En el ámbito internacional esto podría reflejarse en la conveniencia de dejar el “soft power” en manos de las mujeres, argumento que se desdibuja ante la evidencia de la alta capacidad de negociación de las mujeres en los grandes temas de la agenda de seguridad global. Basta analizar el papel decisivo de Federica Mogherini en el logro del acuerdo nuclear con Irán para dar cuenta de ello.
Otro de los imaginarios a superar consiste en reconocer que la equidad de género no es sólo un tema de mujeres sino una forma de comprender y asumir los desafíos globales. Más que un tema accesorio o parte de la retórica de la Organización, la inclusión efectiva de una perspectiva de género contribuye a procesos exitosos de construcción y consolidación de la paz. Del mismo modo, la equidad de género constituye un presupuesto en la implementación de la agenda de desarrollo post 2015.
El nombramiento de una mujer en la Secretaría General de Naciones Unidas se presenta como una oportunidad histórica para romper paradigmas. Sin embargo, para que esto suceda será necesario contar con la voluntad política de los Estados miembros del Consejo de Seguridad quienes tienen la responsabilidad de presentar los candidatos para el cargo a la Asamblea General. Se ha propuesto una resolución para flexibilizar este proceso permitiendo que de ésta puedan surgir también nombres de candidatos.
¿Estarán dispuestos los miembros del Consejo de Seguridad a esta concesión, en particular los cinco permanentes? También para ellos es una oportunidad histórica; el apoyo a la candidatura de una mujer envía un mensaje claro y fija un compromiso con la equidad de género tanto en el escenario internacional como en su agenda doméstica en lo que tiene que ver con el ejercicio de derechos.
Ha llegado la hora de tener una Secretaria General y con ello marcar un hito en el logro de la equidad de género al manifestar que no existen espacios vedados para las mujeres. Del mismo modo, es un momento decisivo para que Naciones Unidas evidencie su voluntad transformadora no sólo en lo gerencial y en lo discursivo, sino en lo político. Se trata de una meta justa, coherente con los principios de la Organización pero que requerirá un arduo trabajo desde todos los frentes, gubernamentales y no gubernamentales para que la elección de una mujer como Secretaria General no se sume a las batallas perdidas en la búsqueda por reformas estructurales en Naciones Unidas.