Quiénes son los que se niegan a cruzar estos portales, y qué ocurre en cada uno de los planos a los que pueden ir, es lo que describe la terapeuta en esta nota.
Muchos olvidan por qué el 1 de noviembre es feriado y la mayoría relaciona esa fecha con la fiesta de Halloween, una tradición estadounidense que hemos ido adoptando en nuestro país. Sin embargo, este día festivo, se debe a la conmemoración del Día de Todos los Santos, una solemnidad cristiana que tiene lugar en esta fecha para las iglesias católicas de rito latino.
Pero también es una famosa celebración de origen mexicano y que se está expandiendo a otros países de la región. Ellos lo llaman el Día de los Muertos y es una tradición que se conmemora los días 1 y 2 de noviembre y que tiene un significado que hemos ido conociendo de a poco y que el año pasado logró fama mundial gracias a la película Coco.
En Chile, los cementerios se repletan de personas que van a visitar a aquellos difuntos de su familia y recordarlos en este día especial.
Pero ¿Qué es lo que realmente ocurre con nuestros muertos una vez que dejan de existir en este mundo?
Valeria Mandakovic, psicóloga y creadora del Sistema de Sanación Alama, explica que cuando una persona muere, lo que hace es desencarnar, dejar su cuerpo físico, deja la carne, se va con otros cuerpos y cruza a un plano distinto al mundo físico.
Las personas fallecidas se van a la Cuarta Dimensión, dentro de la cual hay muchos planos. El plano al que crucen dependerá del nivel evolutivo espiritual de cada ser y de los aprendizajes que tuvo esa persona durante la vida. Depende también de las emociones y pensamientos que tenía al momento de morir y del estado vibracional que tenía.
“Cuando hablamos de vibración, nos referimos al nivel de conciencia que tenía esa persona al momento de morir y en los últimos momentos de su vida. En función de eso pasa a algún plano dentro de esta cuarta dimensión y hay distintos planos que hemos identificado desde el enfoque Alama”.
El primero, señala la especialista, es el de más baja vibración, que es cuando la persona no aprendió mucho durante la vida y, por el contrario, se conectó con muy baja vibración, con experiencias, situaciones, pensamientos, comportamientos y creencias de daño hacía sí misma y daño hacia los demás. Un ejemplo de esto podría ser un sicario, o alguien que haya provocado mucho mal en su vida.
“El plano al que va esa persona, es como un plano en el cual recrea esa baja vibración. Eso quiere decir que va a experimentar muy baja vibración y va a tener encuentros con seres que, en este caso, son del bajo astral, es decir, muy oscuros. Hay personas vivas que realizan magia negra y a veces, para lograr sus propósitos, se conectan con los desencarnados y entidades que están en esta zona de baja vibración y hacen pactos con ellos. Cuál es el aprendizaje en este plano: por lo menos, que la persona entienda que se hizo daño a sí misma y a otros, de este modo, puede pasar a un siguiente plano de mayor vibración en la cuarta dimensión”.
Según la terapeuta, el siguiente plano es el llamado “de los lamentos y remordimientos”. Aquí es cuando una persona se lamenta y se siente culpable por todo aquello que hizo en vida. Es tanto el dolor y remordimiento que no hay espacio para otro tipo de reflexión, por lo tanto, se queda pegada, concentrada en el lamento y remordimiento. La única forma de salir de este plano, es cuando la persona aprende a perdonarse a sí misma, aceptando y dejando ir.
El siguiente plano, señala Valeria Mandakovic, es el de limpieza y sanación energética. “Hay personas que, cuando fallecen, pasan directamente a este plano, porque los cuerpos que aún tiene (que no es el físico), pueden estar contaminados energéticamente y/o con algún tipo de desarmonización o desequilibrio. Éste es un plano muy parecido a una clínica a nivel etérico, dentro de la cual los desencarnados son atendidos por seres de más alta vibración, quienes hacen las limpiezas y las sanaciones energéticas”.
El siguiente plano de mayor vibración después de desencarnar, es cuando la persona reflexiona sobre todo lo que hizo y no hizo durante la vida recién transcurrida. “Puede reflexionar sobre los aprendizajes que tuvo, los que no alcanzó a hacer y las cosas que pudo haber hecho mejor”.
Luego de este plano está el de la evaluación grupal. Después de hacer un auto-análisis, la persona se reúne con sus guías espirituales, con los ancestros que han fallecidos y con otras almas. “Nosotros, en general, encarnamos vida tras vida en grupos de almas que se van repitiendo. Siempre es en grupo, porque necesitamos de otras personas para aprender, entonces nos ponemos de acuerdo antes de encarnar qué aprendizajes y qué experiencias y obstáculos vamos a tener para lograrlos.
Estos grupos de alma pueden ser la familia, hermanos, hermanas, parejas, profesores importantes y personas significativas en la vida. Por eso, la evaluación de una vida también ocurre a nivel grupal, y se decide qué va a pasar con esta persona; podría volver a encarnar, pero si ya hizo todos los aprendizajes, podría escalar a la siguiente dimensión, que es la quinta dimensión y podría ascender y ser quizá un guía espiritual de otra persona, o ayudar al planeta o a la humanidad como un maestro ascendido”.
AQUELLOS QUE SE QUEDAN
Muchos se preguntarán quiénes son entonces aquellos que se quedan en este plano físico, esos que podemos percibir cuando “nos penan” o de quienes podemos sentir su presencia.
“El sentir la presencia de una persona que ha fallecido, no sólo depende de la persona que ha muerto, sino también de la sensibilidad de quienes se quedan acá. Esto ocurre porque hay personas que, cuando fallecen, no cruzan a ninguno de los planos mencionados, porque tienen algún tipo de apego en este mundo, ya sea material (bienes materiales), físico (como algún tipo de adicción) y lo más común es que el desencarnado se quede por un apego afectivo, como rabia, frustración, culpa, rencor y angustia. Cualquier tipo de afecto de baja vibración podría impedir que cruce y lo obliga a quedarse en este plano”, afirma Valeria Mandakovic.
A veces, señala, se ven y se perciben en un sueño o quizás como una silueta, y se siente su angustia, su rabia, su preocupación, con un aspecto más bien demacrado, y es probable que incluso se sientan desorientados. “Sin embargo, hay personas que fallecen, que cruzan a alguno de los planos y las personas vivas también las pueden ver en sueños, sentir su olor, sentir su presencia y recibir su abrazo. Sin embargo, se percibe que están mucho mejor en términos generales, sobre todo cuando pasan a un plano de más alta vibración, donde se sienten bien, transmiten dulzura, alegría, amor, refugio y contención”.
Sobre si podemos hacer algo para ayudarlos a cruzar a los planos espirituales que les corresponde, la terapeuta señala que todos podemos hacerlo con cierta preparación.
“Si es una persona que ha fallecido y se queda en este plano físico, es decir, no cruzó, primero tenemos que tener la certeza de ello a través de un diagnóstico o hay que tener la sensibilidad para verlos, escucharlos y conectarse con ellos. Hay quienes hablan con estos fallecidos y entregan mensajes a sus familiares, los llamados médiums. Desde el enfoque Alama, estamos convencidos que con un buen entrenamiento todos podemos ayudar a cruzar a estas personas fallecidas al plano que les corresponde según su nivel evolutivo espiritual”.
En Campvs Alama se realizan procedimientos de limpieza energética y con el uso del ankh que abren portales a la cuarta dimensión para ayudar a los desencadenados a “cruzar”. Además, se enseña a hacer limpiezas energéticas, sellados del campo electromagnético y protecciones energéticas en la Formación en Limpieza Energética.
Para más información ingresa a www.enfoquealama.com