Tal como lo fue la “Guillotina” para la Revolución Francesa con la pérdida de las cabezas de la monarquía, el libro “Diálogos de Conversos” se está transformando en algo parecido para los ministros del gobierno de Sebastián Piñera, luego que el recién designado el jueves pasado a cargo del Ministerio de las Culturas, Mauricio Rojas, tuvo que dar un paso al costado luego de sus polémicas declaraciones respecto a que el Museo de la Memoria era un “montaje”.
Pues bien, tras la salida de Rojas, quien era hasta la semana pasada el “ghostwriter” del Presidente Sebastián Piñera, ahora en redes sociales se está pidiendo la “cabeza” del canciller Roberto Ampuero.
Pero qué une a Rojas con Ampuero para tal ensañamiento virtual. Simple. Ambos son los creadores del libro “Diálogos de Conversos” en donde conversan respecto a su “evolución” política que van desde la extrema izquierda que profesaban en época de la Unidad Popular (Ampuero militante del PC y Rojas militante del MIR) y el mundo bipolar, hasta ahora con un pensamiento más “liberal” y apegado al libre mercado.
Sin embargo, todos los seres humanos tiene derecho a cambiar de pensamientos en el transcurso de su vida, pero lo que se le cuestionan a estos dos cercanos a Piñera es que ambos ponen en tela de juicio el Museo de la Memoria, el cual, según señala su página web, “es un espacio destinado a dar visibilidad a las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado de Chile entre 1973 y 1990; a dignificar a las víctimas y a sus familias; y a estimular la reflexión y el debate sobre la importancia del respeto y la tolerancia, para que estos hechos nunca más se repitan”.
Rojas y su cuestionada frase sobre el museo es la siguiente: “La verdad es que más que de un museo -que como tal debe buscar hacer comprensibles las cosas y en el cual siempre debe imperar un sentido responsable y serio de la historia- se trata de un montaje cuyo propósito, que sin duda logra, es impactar al espectador, dejarlo atónito, impedirle razonar. Es una manipulación de la historia usada por quienes manejan el presente a fin de controlar el futuro, tal como Orwell decía. Es un uso desvergonzado y mentiroso de una tragedia nacional que tantos nos tocó tan dura y directamente”.
Los comentarios de Rojas le costaron el puesto como titular de la cartera de Cultura, pero en el caso de Ampuero el tema es que apunta al financiamiento y al sesgo que asegura tener este espacio.
“Mi crítica al Museo de la Memoria, que se financia con recursos de todos los chilenos. No lo critico por los horrores de la represión que exhibe, y que debe exhibir para que no se olviden, sino por lo que no cuenta, por lo que calla. No lo critico por la justa denuncia que hace de la historia de Chile, sino por el injusto silencio que guarda ante ella”, expresa el canciller en su libro.
Sin embargo, su narración continúa con que “la debilidad ética y pedagógica el Museo de la Memoria es que cuenta una historia trágica que comienza abruptamente, sin hacer referencia al Chile que destruimos entre todos a comienzos de los años setenta, a ese Chile que hemos recordado bajo este parrón epicureano desde la perspectiva de la izquierda militante. Nada justifica la violación de derechos humanos bajo la dictadura, pero el Museo de la Memoria no explica bajo qué circunstancias estalló el horror que condenamos”.
Y arremete con que “en el diseño de ese museo hay un mal narrador, un narrador partidista e interesado. En ese sentido no es un museo nacional, es un museo de la mala memoria”.
Pero hay que dejar en claro que los museos de la memoria surgieron para no permitir que hechos atroces queden en el olvido, ya que son espacios que buscan reconfigurar la historia de una sociedad, reparar a las víctimas y resignificar la violencia.
Sin embargo, las preguntas que surgen en este contexto son ¿qué pasará con el canciller Ampuero?, ¿habrá cambiado su percepción respecto al Museo luego de publicado el libro?, ¿hablará para explicar su posición sobre el tema de los derechos humanos y esta muestra que nos recuerda el pasado reciente de nuestro país?.
