Una fuerte “parada de carro” hizo el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, al recientemente designado ministro de las Culturas, Mauricio Rojas, recordándole que la labor que cumple un museo de la memoria “no es historiográfico, sino moral”.
Por medio de una carta publicada en El Mercurio, el académico señala que Rojas “ha intentado restar importancia al punto de vista que expresó sobre el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos”.
Asimismo, explica que el ministro se equivoca y le recuerda que “parece tener mala memoria” al escribir en su Twitter una retractación de sus palabras sobre el Museo de la Memoria.
“En efecto, la calificación del Museo como un “montaje”, un “uso desvergonzado y mentiroso de una tragedia nacional”, la formulo en su libro (“Diálogo de conversos”), cuyo contenido, es de suponer, fue meditado. No es verdad entonces que se trate de una antigua entrevista”, precisa.
Además, Peña también aboga por no minimizar lo dicho en ese entonces, manifestando que se “trata de expresiones injuriosas para todos quienes participaron del diseño del Museo, lo que, en opinión del ahora ministro, elaboraron una artimaña, una mentira, una simple manipulación dolosa de la historia”.
En ese sentido, el rector de la UDP plantea que “el ministro revela una pobre comprensión de un Museo de la Memoria, el que no tiene por objeto reconstruir historiográficamente los hechos, sino instituir un recuerdo permanente del valor incondicional de los derechos humanos y recordar a las víctimas”.
“Y sobra decir que representar museográficamente el valor de esos derechos y las víctimas de su violación no es, en modo alguno, una engañifa o una maniobra orweliana, como el ministro lo sugiere”, sostiene.
Sobre lo mismo, Peña explica que “el reclamo del ministro -que consta en el libro que ahora tiene la precaución de olvidar- de contextualizar las violaciones a los derechos humanos es una forma de privar a esos derechos del carácter incondicional que poseen, su función de imperativo categórico de la sociedad contemporánea”.
Además, precisa que el ministro está ocultando que la explicación de una conducta pertenece al “plano dela facticidad: la justificación, al de la moralidad. Y que el propósito del Museo de la Memoria de los Derechos Humanos -vale la pena insistir- no es historiográfico, sino moral”.
Finalmente, el académico afirma que “para demostrar a sus aliados la sinceridad de su conversión, el ministro no debió incurrir en esas demasías. Y como cada uno está preso de lo que fue o lo que hizo, ahora debe afrontar las consecuencias y no intentar eludirlas mediante un tuit”.