El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) desconoció la supuesta militancia que tuvo el actual ministro de Cultura, Mauricio Rojas, en esa colectividad política, argumentando que tras reconstruir su historia no han encontrada ningún elemento que lo vincule a esa tienda.

El ex secretario general del MIR, Andrés Pascal Allende, dijo a La Tercera que él “no lo conoció” y que Mauricio Rojas, recién designado ministro de Cultura, “no fue militante del MIR”.

Rojas argumenta haber sido miembro del MIR, lo cual no se puso en tela de juicio hasta ahora que pasó a ser secretario de Estado y luego de sus declaraciones respecto a que el Museo de la Memoria es un “montaje”.

Pascal Allende sostiene que se hicieron averiguaciones entre ex militantes del movimiento tanto en Chile como de quienes estuvieron exiliados en Suecia, sin que se informara fehacientemente que haya formado parte de esas estructuras del MIR en ese país europeo.

La información señala que en esos diálogos, los ex miristas han logrado reconstruir la historia política de quien sucede a Alejandra Pérez en el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, argumentando que durante el gobierno de la Unidad Popular estuvo en Europa.

Según se indica, a finales del 72 regresó al país e ingresó a estudiar Derecho a la Universidad de Chile, donde se vinculó a un grupo de troskistas que dirigía un estudiante de apellido Vallespin, pero que no tuvo relación con el MIR.

Se supone que luego del golpe de Estado, Rojas partió a Suecia, donde por un periodo breve se reunió con exiliados chilenos, pero posteriormente fue variando su posición política, ingresando al Partido Liberal sueco, de tendencia de derecha, a la que representó dos veces como parlamentario.

La respuesta de Rojas

Respecto a las dudas que presenta su militancia en el MIR y que fue desestimado por ex miembros del movimiento, el propio ministro señala que “esas personas deberían investigar un poquito mejor. Les recomiendo leer Diálogos de Conversos. Ahí van a tener exactamente qué es lo que hacíamos. Miguel Enríquez estuvo dos veces en mi casa, se la facilitamos para que se reuniera el comité central del MIR, donde yo vivía, en la calle Catedral”.

Al respecto precisa que “yo creo que a veces te trata de empequeñecer o enlodar por cosas. Hay algunas personas que creen que o tal vez les duele que alguien que realmente viene de ahí, que creyó, que se jugó, que estuvo dispuesto a todo un día reflexiona y dice ese era un mal camino y explica por qué, además, y te lo explica con la verosimilitud de alguien que estado allí. Yo creo que eso siempre puede causar un efecto un poco así, de ganas de negar este testimonio”.