Había algo encima de un pequeño iceberg, flotando a la deriva, y no era una criatura diseñada para nadar. Era un zorro ártico, muerto de hambre y aterrorizado, empapado y siendo atacado por gaviotas. Pero esta historia tuvo un fina felzi gracias a los pescadores que lo rescataron.
“Probablemente se quedó ahí atrapado cuando buscaba comida. Cliff cree que fue a ver un trozo de carne que había en el hielo y este se partió, enviándole mar adentro,” dijo Mallory.
Sabiendo lo que le esperaba al pobre zorro, los pescadores decidieron intentar salvar su vida. Colocaron el barco junto al iceberg y de algún modo consiguieron que subiera a bordo. “Al principio intentaba huir de nosotros, y fue muy difícil que subiera. Tuvimos que romper el hielo sobre el que estaba y atraparlo con el salabre. Luchó por escapar hasta que literalmente no pudo moverse más.”
Cuando al fin estuvo en el barco, le improvisaron una cama y comenzaron a cuidarle para que recuperara la salud. “Se agazapó en una esquina. Estaba muy débil cuando subió a bordo, durmió la mayor parte del camino. Cuando nos acercamos estaba nervioso, pero tras darle de comer se calmó. Durante las primeras 5 o 6 horas no quería comer, le dábamos galleta y patatas fritas, pero no quería. Luego cuando se despertó le dimos una lata de salchichas vienesas.”
De vuelta en tierra, el zorro fue liberado en su hábitat natural, ya descansado y con la barriga llena de salchichas. Un sencillo acto de amabilidad salvó su vida, y Mallory afirma que aún lo ve de vez en cuando, explorando casetas viejas de perros en William’s Harbour.