Acababa de arrastrarse fuera de la cama para acompañar a la estación de tren a su novio que se iba de viaje, y estaba caminando por la ciudad todavía medio dormida. Cuando pasaba al lado de un edificio, se dio cuenta de que había algo raro en un pesebre que habían montado enfrente, concretamente que el ocupante habitual había sido reemplazado. En su lugar, sentado en la cesta roja, había un gato muy rechoncho y gruñón.
“Me partí de risa,” contó Goldman a The Dodo. A juzgar por la expresión del felino, su actitud era más bien de ‘Grinch’ en lugar de ‘júbilo para el mundo’ pero, le gustase o no, sin duda inspiró un poco de alegría navideña. “Supongo que podría decirse que me alegró el camino hasta casa. Me levantó el ánimo, sin duda alguna,” dijo Goldman.
Ya que no sentía que debía quedarse toda esa positividad para sí misma, Goldman tomó una imagen del gruñón Scrooge y la compartió para que todo el mundo la viese.