Estados Unidos y Rusia se enfrentaron el martes sobre el presunto ataque químico en Siria y sobre la suerte del presidente Bashar al Asad, haciendo presagiar reuniones tensas el miércoles en Moscú para el secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson, señala un cable de AFP.
Como muestra del aumento de la tensión, pocas horas antes de la llegada a la capital rusa de Tillerson, el secretario de Defensa James Mattis acusó al régimen sirio del ataque del 4 de abril y un responsable estadounidense llegó a cuestionar el papel de Rusia, aliada de Siria, en el bombardeo que dejó 87 muertos, entre ellos decenas de niños.
En todo caso, para el jefe del Pentágono «no hay duda de que el régimen sirio es responsable de la decisión de atacar y del propio ataque» del pasado martes contra la localidad de Jan Sheijun, en el noroeste de Siria.
Mattis justificó así el bombardeo punitivo ordenado el 6 de abril por el presidente Donald Trum para «disuadir al régimen de Damasco» de lanzar otro ataque de ese tipo.
El rol de Rusia
Se trata de la primera visita a Rusia de un ministro estadounidense desde la llegada al poder de Donald Trump, que antes de entrar en la Casa Blanca apostaba por un acercamiento con Vladimir Putin.
El Presidente ruso, que considera el bombardeo norteamericano del 6 de abril como «una agresión contra un Estado soberano», advirtió contra eventuales manipulaciones en Siria para poner en entredicho al presidente Al Asad.
«Se están preparando para lanzar de nuevo alguna sustancia y acusar a las autoridades sirias de su utilización», declaró el jefe del Kremlin.
La diplomacia rusa espera «negociaciones productivas» con Tillerson, que debe reunirse el miércoles con su homólogo ruso, Serguei Lavrov. Del estadounidense, que fue condecorado por Putin cuando era presidente de la petrolera ExxonMobil, Moscú espera una «cooperación constructiva» en lugar de una «confrontación».
Pese a ello, aún no se sabe si Tillerson verá a Putin, ya que ni el Kremlin ni el Departamento de Estado han querido confirmarlo.
Por su parte, el portavoz de la Casa Blanca llegó a afirmar que Assad se había comportado peor que Hitler al emplear armas químicas, creando tal polémica que horas después debió excusarse por su «comentario inapropiado e insensible referente al Holocausto».
La cuestión Siria
Reunido el martes con sus socios del G7 en Italia, Estados Unidos insistió en que el futuro de Siria debe escribirse sin su presidente. Rex Tillerson afirmó incluso que «el reino de la familia Asad llega a su fin».
El secretario de Estado se preguntó ante la prensa en Toscana por «la alianza a largo plazo» entre Moscú y Damasco. «¿Rusia no preferiría alinearse con Estados Unidos y otros países occidentales y de Oriente Medio que tratan de resolver al crisis siria?», se preguntó.
«Un dirigente que ha matado, que sigue matando, a cientos de miles de personas de su propio pueblo (…) debe marcharse», insistió en Washington el portavoz del departamento de Estado, Mark Toner.
Según el ministerio turco de Sanidad, los análisis de sangre y orina de los heridos en el ataque confirman que se empleó gas sarín.
Teherán, también aliada de Damasco, amenazó por su parte a Washington con una «reacción firme» ante toda nueva «agresión a Siria». Los ministros de Relaciones Exteriores de Rusia, Siria e Irán -Lavrov, Walid Moualem y Mohamad Javad Zarif- se reunirán «a finales de semana en Moscú», según diplomáticos rusos.
Mientras, en la ONU, Washington, París y Londres presentaron ante el Consejo de Seguridad un nuevo proyecto de resolución reclamando una investigación sobre el supuesto ataque químico. Diplomáticos estadounidenses indicaron por la noche que el texto será sometido a votación el miércoles a las 19H00 GMT, aunque está previsto que Rusia utilice su derecho de veto.
Varias rondas de negociaciones auspiciadas por la ONU han fracasado en su intento de poner fin a una guerra que ha causado más de 320.000 muertos y millones de desplazados desde marzo de 2011.