Para alargar la vida de un bolso de cuero (los más valorados) y que éste pase de padres a hijos, basta con seguir unos consejos fáciles, sencillos y para toda la familia que nos brindan las firmas de artículos de piel Acosta Bally:
Consérvelo en su funda original de algodón (la misma con la que se lo vendieron) e introduzca en su interior relleno de papel para mantener su forma. Pero nunca papel de periódico o de revista (no los escribimos para eso), ya que podrían dejar mancha. Tampoco meta el bolso de piel en una de esas bolsas de plástico para almacenar en vacío, pues no le permitiría respirar.
Guárdelo en un lugar seco y oscuro y no lo exponga directamente a la luz del sol, que podría desgastar su color.
Si guarda el bolso en un trastero con humedad, airéelo cada cierto tiempo (cada dos semanas, por ejemplo) para detener el posible crecimiento de moho. Y no tire las pequeñas bolsas de gel de sílice que suele incorporar el fabricante; impiden que el bolso se humedezca.
Emplee un paño de algodón seco para eliminar el polvo de la superficie.
Cuidado con las prendas de jeans: podrían transferir su color al bolso si permanecen en contacto con éste durante mucho tiempo.
Procure no manipular el bolso con las manos sucias o después de habérselas embadurnado con alguna crema.
No lo llene como si nunca fuera a regresar a casa (a menos que sea un fugitivo de la justicia). Podría romper las asas del bolso o deformarlo.
Por más que algunos bolsos bellos merezcan vivir en una urna de cristal para su contemplación, su cometido es salir del armario, almacenar objetos y lucirse, a pesar de los riesgos que les acechan a la intemperie. ¿Cómo reaccionar ante fenómenos meteorológicos como la nieve, o ante el drama de encontrar un chicle adherido a nuestro más preciado Chanel? Tenemos respuestas, si no a todos los incidentes posibles, a los más comunes:
Si el bolso se ha mojado con agua, lo peor que puede hacer es aplicarle calor con un secador de pelo o un soplete (advertencia ésta última para los más brutos). Sólo conseguirá que la piel se arrugue. Deje que se seque naturalmente a temperatura ambiente.
Si lo que le ha caído es vino, ponga inmediatamente sobre la mancha un papel absorbente y, a continuación, una mezcla de leche desmaquillante con unas gotas de agua y de alcohol de 90 grados mezclado al 50%. Es un consejo de la firma de lujo suiza Bally (por si acaso).
¿Que le ha caído tinta? Acuda a su tintorería más cercana. Y rece todo lo que sepa.
Si percibe una pequeña quemadura, frote la piel suavemente con una piedra pómez y dé ligeros toques con la esquina de un paño impregnada en aceite. No crea que volverá a su estado original, pero se notará algo menos. Milagros, a Lourdes.
Si lo que se le ha manchado es el forro interior del bolso, límpielo con una esponja escurrida y jabón neutro, pero no lo seque al sol ni cerca de una fuente de calor.
Si se le ha pegado un chicle, Dior no lo quiera, espere hasta que la goma de mascar se haya endurecido y frote con un cubito de hielo introducido en una bolsa de plástico (lo endurecerá más aún) antes de retirarlo.
Si la mancha pasa a mayores, acuda a un especialista. O a la marca que le vendió el bolso en el caso de que se le haya roto una cremallera o un cierre, pues la mayoría de las casas de lujo y algunas premium incluyen un servicio postventa para este tipo de percances. En Acosta, por ejemplo, se ofrece durante los dos años posteriores a la fecha de compra.
Pero si se ve fuerte y con la paciencia necesaria como para eliminar lamparones con sus manos, ayúdese de alguno de los miles de productos existentes en el mercado que limpian el cuero. Incluso marcas como Bally y Coach comercializan su propia gama de cuidado del cuero.
Las pieles animales son permeables y el agua las vuelve oscuras, de ahí que abunden los impermeabilizadores en crema o en espray que repelen líquidos y que, de paso, protegen de la suciedad. Según fabricantes como Collonil, TRG o Mountain Warehouse, no alteran los colores originales de la piel ni dificultan su transpiración. También hay cremas de cera de abejas que funcionan como una barrera contra el agua, aunque no son aptas para el ante ni para el nobuk, claro está. Tenga en cuenta, además, que la cera de abejas puede alterar el tono del cuero teñido.
Con el tiempo, el cuero, que es orgánico, pierde brillo y tiende a secarse y a cuartearse aunque sea de primera calidad. Por eso su cuidado es tan relevante. Y, como la piel humana, necesita hidratación. Algunos echan mano de Nivea. Otros, de cremas incoloras. Lo importante es que se suministren en pequeñas cantidades y que se extiendan bien.
Artículo publicado por: Vanity Fair España