Como la misa dominical, Cadem Plaza Pública entregó la encuesta semanal en que lo más relevante es el impacto causado por el intercambio epistolar electrónico entre los cardenales Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz que además impacta negativamente a toda la iglesia católica chilena-. El 80% de los encuestados declara confiar poco y nada en la Iglesia Católica y un 77% no la considera honesta y transparente.
El 89% cree que las acusaciones de abusos sexuales cometidos por sacerdotes son verdaderas y un 79% desaprueba la forma en cómo la Iglesia ha enfrentado este tipo de acusaciones.
Cadem hace un duro enjuiciamiento a la Iglesia una suerte de “neoinquisición”: El 53% considera que no es solidaria. El 62% estima que no conoce y no se preocupa por las necesidades de las personas, en tanto el 72% considera que no es humilde.
De paso esta mala percepción pública chilena repercute en la imagen del Papa Francisco que también cae de un 69% que tenía en febrero de 2014 a un 57% en el estudio de esta semana.
En la evaluación negativa o muy negativa de los “personeros” de la Iglesia: lidera con un 64% el obispo de Osorno, Juan Barros, seguido por el arzobispo Ezzati con 53%, el cardenal Errázuriz con 45%, el cura Raúl Hasbún con 455. Tampoco se salva el obispo de Concepción, Fernando Chomali que alcanza un 37% de evaluación negativa. En cambio, lidera con 76% de evaluación positiva el cura Felipe Berríos.
Pero, Ezzati ya dijo que encabezará el Te Deum en la Catedral Metropolitana el 18 de Septiembre, y desde La Moneda, el vocero dijo que «Vamos a estar presentes, tanto la Presidenta como su gabinete ministerial”.
Así las cosas, asistiremos a una celebración hipócrita, donde todas las autoridades saludarán y dirán todo lo políticamente correcto al cardenal con histórico rechazo ciudadano, pero, se impondrá el doble estándar y todos dirán al final que fue una ceremonia preciosa, llena de simbolismos y de un gran mensaje para la Patria, y así nuevamente el país prefiere hacer vista gorda a la moralina pontifical y –como siempre- preferirá mantener la basura bajo la alfombra.
Pero habrá que estar atentos a alguna muestra de repudio al purpurado tal como ocurrió cuando asumió el obispo Juan Barros en Osorno, que al igual que Ezzati hizo caso omiso del rechazo público con el fin de mantener la dorada mitra símbolo de que es un “príncipe” de le Iglesia.