¿Ha escuchado en los últimos años las palabras cambio climático, déficit de lluvia, sequía, crisis hídrica, proyección de altas temperaturas para la primavera y verano, fenómeno de la Niña? Probablemente sí, es la primera reflexión que hace Michel De L’Herbe, experto en emergencias y uno de los pocos chilenos certificados en los Estados Unidos para el manejo de emergencias.
“En los incendios forestales existen factores de base que permiten construir inteligencia y anticipar escenarios. Dentro de los más relevantes se encuentran la topografía, las condiciones meteorológicas y las características y condiciones del combustible”, explica De L’Herbe.
Los dos primeros factores son inmanejables para un sistema de emergencias, finalmente es la naturaleza. El tercero puede ser un poco más manejado especialmente en materia de disminuir las probabilidades de ocurrencia de un incendio y también su propagación, a partir del manejo forestal, e incluso la planificación territorial cuando entramos en zonas donde la ciudad empieza a competir espacio con estas áreas naturales, sostiene el experto.
“En el caso de incendios forestales existe otro elemento, el que se relaciona con la causa, aquello que lo inicia. En el caso chileno, esa causa está en la acción humana, probablemente lejos de una oleada de desquiciados, al estilo de la serie “Criminal Minds”, que suele ser el argumento al cual se acude cuando los incendios aumentan en cantidad y más aún cuando su extensión alerta a la comunidad y los medios, como está ocurriendo en estos momentos”, sostiene.
Por otra parte, la prevención se asocia con el riesgo. El riesgo es probabilístico, y por esa misma razón la probabilidad cero, en estos casos, no existe. Más aún, cuando la acción del ser humano inicia los incendios, ya sea por accidente, descuido, juego, y en algunos casos podría ser intencionalidad criminal, donde estoy convencido que es el menor de los casos.
“La actual temporada no debe sorprendernos. Las condiciones de base estaban dadas para fácil ignición y rápida propagación. Algo sabido no solo para este año, sino que bastante presente en la última década y por cierto que se sabe que debería seguir presente en las próximas temporadas”, reflexiona.
¿Pero si las condiciones de base eran conocidas por qué llegamos a este nivel de destrucción, con incendios cuya extensión supera cualquier promedio?
“Quizás parte de la respuesta se encuentra en que en Chile el 1% de los incendios genera el 70% del daño, es decir el 99% de la totalidad de siniestros es responsable solo del 30% de la superficie quemada”.
2Es decir, en una temporada con 6.000 incendios, solo 60 generan casi el 70% de daño. Estos corresponden a incendios que son iguales o superiores a 200 hectáreas. A los de menor superficie (99%) CONAF los clasifica como “normales”. Es así como el diseño de nuestro sistema para el combate de incendios forestales está diseñado para el 99% de los incendios, es decir los “normales”, logística que por cierto es adecuada”, sostiene Michel.
Pero ¿qué pasa entonces con ese 1% de incendios que es responsable de los 2/3 de la destrucción?
“Lamentablemente, y es de público conocimiento, los dos últimos directores de CONAF han rechazado las propuestas para incrementar las capacidades logísticas para incendios (ataque ampliado y en el peor de los casos simultáneos) cuya propagación pueda ser rápida, agresiva y potencialmente catastrófica, como ha sido el caso de los últimos años y la temporada actual, donde hemos tenido catástrofes emblemáticas, como es el caso de Torres del Paine (2012), incendio Valparaíso (2014), Reserva Nacional China Muerta y Parque Nacional Conguillío 2015, y por cierto la temporada en curso”, explica.
Es así como se ha mantenido la opción por arriendo de aeronaves y la adquisición de 3 aviones AT con capacidades eficientes para incendios “normales” –agrega De L’Herbe-. Logística eficiente hasta que la emergencia nos recuerda que el 1% de incendios es el que genera 70% del daño, esos incendios que hoy tienen cubierto de humo Santiago, que ya han destruido casas en la RM, Vallenar y Villa Alemana.
La necesidad de complementar los recursos existentes no es una propuesta nueva, es algo que se planteó con fuerza ya con motivo de la tragedia en Torres del Paine, y los incendios en la zona centro sur del país, los cuales incluso costaron la vida de un grupo de jóvenes brigadistas forestales. Pero si hay algo característico de nuestro sistema de emergencias es la resistencia al cambio y su fragmentación, donde la mirada no es hacia el ciudadano, sino que parece ser más bien hacia y desde las instituciones.
Esta temporada, que ya se sabía cómo venía, no solo anticipaba malas condiciones, sino que la carencia de logística adecuada en tipo y cantidad, permitía anticipar problemas para la contención de la propagación, algo que simplemente hoy se transforma no en una sorpresa, sino que solamente en el resultado de malas decisiones que como en años anteriores probablemente carecerán de responsables, pues otra característica de nuestro sistema es lo que en gestión se denomina escasa “accountability” o sinónimo de rendir cuentas y responsabilidad, algo que una vez más se nos recuerda desde el daño. Pero no importa, pues se dirá que todo está bien, que es culpa de quién encendió el fuego y por cierto de las altas temperaturas.
Todo mientras las condiciones son propicias para tener una de las tres temporadas más destructivas en la historia desde que se lleva registro en Chile, concentrándose todas en los últimos 5 años.
Al cierre de esta nota “de los 44 incendios forestales activos que se tienen registro a nivel nacional al día de hoy, 20 han sido controlados y 24 se encuentran en combate. Estos incendios abarcan una superficie afectada de 12.963,94 hectáreas” explicó el director ejecutivo de Conaf, Aarón Cavieres.