Que el Presidente Lagos es una de las figuras políticas latinoamericanas más conocida nunca ha estado en discusión y su opinión es escuchada en todo el mundo hispano. No por casualidad pertenece al llamado «Club de Madrid» donde participan los expresidentes.
Pero Lagos Escobar está lanzado en una precampaña para reposicionarse en todos los escenarios con el fin de ser la carta a La Moneda para 2017, y la figuración internacional -que él siempre ha tenido- es clave en este proceso. En su edición de este sábado Ricardo Lagos publica una columna-análisis en El País de España, sobre el proceso colombiano: «Lo que sigue vivo en Colombia. Santos ha asumido la trascendencia histórica del paso dado para culminar el proceso de paz».
Lagos en parte de su columna señala: «Pero no olvidemos el contexto. Colombia pasó de ser un país de cinco millones de habitantes a comienzos del siglo XX a uno de 40 millones cuando terminó la centuria. Y su crecimiento le ubica hoy entre las naciones de ingreso medio en el mundo y con mucha fuerza emergente. Pero la violencia endémica ha golpeado como una constante al país casi desde sus orígenes. Y por eso, en tiempos de Guerra Fría y guevarismo, se formaron las FARC y otras agrupaciones que con las armas en la mano buscaban el camino rápido para alterar el orden democrático y resolver así los problemas acuciantes de la pobreza y la miseria. Cincuenta años después, con enfrentamientos entre guerrilleros y Ejército, más los paramilitares, queda ese saldo doloroso y dramático con más de 200.000 muertos. Víctimas de lado y lado se han visto las caras, se han dicho verdades lacerantes, han llorado juntos ansiosos de rescatar así su dignidad castigada.
Tras cuatro años de deliberaciones complejas se llegó al acuerdo y se firmó. Todo podría haber culminado allí en una solemne ceremonia. Luego vendrían las leyes específicas y los sistemas de justicia previstos, más la incorporación a la política de los rebeldes de ayer. Pero el presidente Santos asumió la trascendencia histórica que tenía el paso dado y —aunque no estaba obligado a ello— decidió convocar a un referéndum nacional donde la ciudadanía diera su veredicto final», sostiene.
«Es cierto que ahora hay muchas preguntas sobre la mesa. Pero los gestos y los símbolos dicen mucho: ahí está el encuentro con el expresidente Álvaro Uribe, duro opositor al acuerdo, que regresó al Palacio Nariño para decir que no estaba en contra del “proceso de paz”, sino de los términos suscritos con las FARC. No es poco para quien en su Gobierno siempre apostó a la confrontación militar para acabar con la guerrilla. Y otro agregado simbólico ha sido su felicitación al presidente Santos al conocerse la noticia de su elección como premio Nobel de la Paz» sostiene el ex Presidente chileno y culmina su análisis diciendo que «El proceso de paz en Colombia sigue vivo, aunque en lo inmediato se vea difícil. Y eso, para toda América Latina, es esperanzador. No es la hora de las armas, sino de las palabras y de la grandeza política para construir una nueva épica en ese país. Una épica capaz de pensar en cien años de convivencia creativa y en paz».
La columna de Lagos tiene varios mensajes que pueden ser interpretados como enviados a Chile: Es hora de las palabras, aludiendo al diálogo y a la unidad que busca para ser ungido como el único abanderado para la próxima presidencial, una tarea dura que de seguro dejara varios heridos en el camino y por ello se debe recurrir al llamado -eufemístico- de «adíos a las armas»