¿Qué le pasa al Panzer que anda más preocupado de coyuntura interna del país que de la situación de la demanda boliviana en La Haya? ¿Será que su anhelo presidencial puede más que su delicada función ante la CIJ? Este domingo en una larguísima opinión mercurial sale al paso al duro análisis que hizo hace unos días el ex Presidente Ricardo Lagos Escobar y asegura que “Chile no está en una crisis institucional. La crisis es política o, si se prefiere, de los políticos”. Insulza se olvida –parece- que él es un político y el país es gobernado por políticos y el Parlamento está conformado por políticos, por ende este argumento se cae a pedazos por sí solo.
Al leer la opinión de Insulza titulada “Prioridades políticas y demandas ciudadanas” pareciera más la de un viejo experto de AGP (Agitación y propaganda) que la de un político con décadas de alta política en el cuerpo.
“Chile no parece un país en crisis. Todo funciona como siempre…” parte señalando Insulza argumentando que “Este país no es Hondura después del golpe de Estado, ni Venezuela en la actualidad. No es el Chile de 1973 ni de 1891”.
“Pero nuestra imagen de normalidad contrasta con los diagnósticos severos que se escuchan a diario. La gente no está contenta con el funcionamiento de sus instituciones públicas y critica abiertamente a quienes ejercen esos poderes. El disgusto no tiene que ver solo con hechos de corrupción. Detrás está también el lento crecimiento de la economía y la demanda ciudadana de reformas sociales que mejoren el acceso de los ciudadanos a la salud, la educación, la seguridad pública y el sistema de pensiones…La suma de crecimiento lento y mayor demanda social son aspectos fundamentales del malestar ciudadano”, sostiene el Panzer.
Luego de hacer algunas comparaciones de descontento con países como los Estados Unidos señala “En Chile, en cambio, los protagonistas de un pasado reciente lleno de realizaciones proclaman una crisis casi terminal (¿Se referirá a Ricardo Lagos?), que de pronto se habría apoderado de la nación que juntos construimos. Una nación que todavía tiene el mayor ingreso per cápita de América Latina….”, sentencia.
“Las cosas se complican cuando se habla de crisis institucional. La última vez que se habló así fue en medio del escándalo MOP Gate, cuando alguien sugirió la posibilidad de que el gobierno no concluyera su mandato, palabras mayores que significan cuestionar la continuidad del proceso republicano. Ante ello se reaccionó de manera saludable en 2003”, argumenta Insulza.
“Chile enfrenta problemas importantes que afectan su crecimiento y su desarrollo social, pero no está en una crisis institucional. La crisis es política o, si se prefiere, de los políticos, que prefieren buscar imágenes de carácter general antes que reconocer errores y limitaciones. La agenda ciudadana parece ser, en cambio, más terrenal que la de los políticos. No se configura en base a ideologías, sino a necesidades vitales”, advierte el agente de Chile ante La Haya.
Pero Insulza advierte además que “El caso reciente de la crisis del sistema de pensiones, denunciada en la calle por muchos miles de chilenos, debería llamarnos a la reflexión. No sería de extrañar que de pronto ocurran manifestaciones similares exigiendo la reforma de la salud”.
“Es necesario que los poderes públicos sintonicen con los anhelos ciudadanos, para abordar los desafíos que ellos plantean: culminar la reforma educacional poniendo un mayor acento en la calidad y con una expansión progresiva hacia la gratuidad…El reencuentro con el ciudadano común no será fácil ni rápido. No es cuestión de liderazgos individuales ni de cambios institucionales, sino de alinear las prioridades del mundo político con lo que la sociedad realmente exige de sus autoridades y sus representantes”, concluye José Miguel Insulza.