Poco se sabe (no se difunden en medios de comunicación) de las innumerables investigaciones científicas que se realizan en la Antártica. En abril pasado, un grupo de investigadores chilenos realizó diversos estudios sobre cómo está afectando el cambio climático al Continente Blanco y las condiciones de las aguas antárticas.
Uno de estos estudios es el que se desarrolló, en abril pasado, en el área de la isla Rey Jorge en la Antártica Chilena, y que fue el trabajo de tesis de la estudiante de medicina veterinaria de la Universidad Santo Tomás de Viña del Mar, Maccarena Marcotti.
El proyecto fue realizado en conjunto con su profesor guía Felipe Sotomayor y contó con el apoyo del doctor en ciencias de la Universidad Federal de Río Grande del Sur de Brasil, Ozelito Possidonio de Amarante Junior, experto en la investigación de contaminantes de origen farmacológico presentes en aguas, quien según explicó Marcotti la estudiante fue un pilar esencial en la investigación.
La investigación arrojó una alarmante realidad. En las aguas antárticas se encontraron distintos componentes químicos que ponen en riesgo el ecosistema antártico. Se tomaron un total de 20 muestras y 18 de ellas arrojaron resultados positivos: residuos de químicos altamente peligrosos.
Se encontró Bisfenol A o BPA, que habitualmente está presente en plásticos, envases, adhesivos, equipos médicos y materiales de construcción.
“Mi intención era encontrar residuos farmacológicos, tomando en consideración los desechos y el movimiento de las corrientes marinas. Pero en vez de esto, encontré BPA, un componente que está demostrado ser cancerígeno y estrogénico. En altas concentraciones se ha registrado toxicidad sistémica, especialmente en niños”, explicó Maccarena Marcotti.
Otro químico presente en las aguas antárticas es el Ácido Acetilsalicílico, mundialmente conocido por ser el componente principal de la aspirina “este elemento es muy peligroso ya que actúa como anticoagulante, entonces los animales en el agua al entrar en contacto con él, no pueden respirar”, sostiene la tesista.
Además se encontró Irgarol, que los barcos lo utilizan como alguicida, para que la fauna del lugar no se incruste en barcos o maquinarias.
“Al utilizarse Irgarol en concentraciones mayores a las recomendadas o en lagos cerrados, puede provocar impactos sobre el fitoplancton, perifiton e incluso en macrófitos, al inhibir la fotosíntesis, causando severos daños ecológicos” explica Maccarena.
El último químico que encontró Marcotti fue el Metilparabeno, que es utilizado en preservantes, cosméticos y productos farmacéuticos, debido a que su toxicidad no es alta, pero -advierte Maccarena- su impacto está siendo constantemente estudiado y no se descarta que por acumulación genere impactos negativos.
Las muestras y resultados fueron analizados por la Universidad Federal de Río Grande del Sur de Brasil, y a cargo del experto en contaminación profesor Ozelito Possidonio de Amarante Junior.
Las alertad del INACH
Ya en 2012, José Retamales, Director Nacional del INACH, se refería a investigaciones que tenían por objeto determinar los diferentes contaminantes en la Antártica: “lo primero es mirar este problema en la proporción y perspectiva correctas: la contaminación en la Antártica existe, así lo han determinado los proyectos que hemos apoyado y según los datos obtenidos sabemos que esta contaminación es mínima en relación a la que existe en otros lugares. Además, no debemos olvidar que este continente, al contrario de lo que se piensa, no está aislado del resto del planeta, ya que influye y es influido por lo que pasa en el aire y en los océanos de toda la Tierra.” El mismo sistema de corrientes polares que enfría las aguas costeras de Chile, puede traer de vuelta basura lanzada desde un buque pesquero o de turismo a miles de kilómetros de las gélidas playas de la isla Rey Jorge.
Contaminación en la Antártica preocupa a científicos chilenos
