“Por recobrar mi juventud lo haría todo en el mundo, excepto ejercicio, levantarme temprano o ser respetable” – escribió Oscar Wilde en El Retrato de Dorian Gray.
Esto es lo que pasa al cumplir los 30…
La memoria ya no es la de antes:
Es pequeña, lenta, poco preocupante, pero empieza aquí. Tu hipocampo (el cerebral, no tu caballito de mar), donde almacenas la memoria y tu GPS, empieza a encoger a partir de los 30 años. Tendrás algún lapsus, olvidarás una cita y no recordarás una de cada tantísimas veces cómo se llama esa fruta que es como un albaricoque pero en grande. Repite conmigo: no es grave. No es un indicador de que vayas a tener Alzheimer ni nada así. No seas agonías.
Además, influyen factores como el estrés, la resaca, la falta de sueño y unas cuantas más pero es muy común que a partir de los 30 casi todos tus recuerdos importantes se convertirán en algo adornado por tu cerebro.
La vista:
Tus ojos, simplemente, pierden capacidad. Es algo llamado presbicia. Pierdes dioptrías de potencia.Tienes la mitad de enfoque que un niño de 10 años que puede pasarse las horas muertas viendo hormigas. Si eres miope, te puedes saltar este paso: la miopía encubre la presbicia. ¿Tienes más de 30 años? Empieza a quitarte las gafas para leer.
Cambia el metabolismo:
A un declive aproximado de un 1% a partir de los 30 años. El metabolismo más lento implica menos gasto de calorías en reposo (más de la mitad de tu consumo calórico). Menos calorías en reposo significa que comiendo lo mismo engordarás más. Es decir, el ejercicio o la dieta ya no son opciones sino obligaciones, si quieres mantenerte en forma. Tus músculos empiezan a perder eficacia, acumulas más grasa corporal.
Arrugas:
La radiación solar afecta tu piel y aunque no quieras, este proceso causa agresiones que dan paso a las primeras arrugas. Y las que vengan, las señales externas de que tú eres la encarnación de la obsolescencia programada.
Resacas del terror:
Las resacas ya no son como antes, ahora serán más duraderas, más sufrientes y de las que tardas más en salir. No es sólo porque tu hígado se vuelva menos eficaz a la hora de convertir un veneno en otros venenos más purgables, sino por una mezcla de todo lo anterior.
