Dos hechos conmovedores refieren a esta columna:***

-El nacimiento de nuevas vidas, en Chile, vive una caída estrepitosa.

La violencia sobre los cuerpos infantiles ha subido por sobre el cuarenta por ciento, en tiempo comparativo anual. Esto considera abusos; torturas; presiones sicológicas.

Hay un tercer antecedente que también es dramático:

-Son centenares de miles las niñas, niños, y adolescentes, que no van a ningún colegio o escuela educativa. Este indicador , a proporción, se concentra más en los niveles socio-económicos bajos, es decir, en familias de escasos recursos y una situación de pervivencia critica.

Una visión ética y humanista, no pragmática y no funcional a calculadoras mercantiles, debería considerar que ninguno de los hechos anteriores son positivos para una sociedad democrática, con sentido de ethos comunitario y de pueblo nación.

Diversos estudios intentan explicar causalmente estos fenómenos.

No hay, en rigor, un diagnóstico riguroso y completo sobre estas situaciones, aunque sí existen voces e investigaciones que dan profundas explicaciones y antecedentes, que deberían ser considerados.

El cruce entre posiciones valóricas que condenan con audacia y hasta violencia posturas contrarias, es un dato de la realidad.

Del mismo modo, no existen los espacios en donde la ciudadanía pueda intercambiar, debatir, e incluso pronunciarse colectivamente respecto de asuntos de dimensión social; familiar; comunitaria.

Hay, sí, talleres, conversaciones, núcleos en donde estas realidades surgen, a partir de la expresividad de las personas que participan en ellos. Básicamente se trata de espacios que se producen en municipios; comunas; centros educacionales.

En su mayoría, estos talleres y espacios son integrados y formados por mujeres.

Por otra parte, los dos últimos CENSOS realizados en Chile, muestran que en nuestro país existen, objetiva y subjetivamente, a lo menos tres tipos de familias, tres tipos de convivencia, sin contemplar las que refieren a abuelas, especialmente, que se hacen cargo de sus nietas o nietos.

Inocencia perdida

Hay  no pocas mujeres, incluídas las abuelas, que se involucran incluso en el microtráfico, como forma de obtener recursos monetarios.

Como también los llamados “soldados”, adolescentes e incluso menores de catorce años, que son parte del crimen organizado y del narcotráfico. Mujeres y hombres.

Es más que evidente que estos hechos, para explicarlos, exigen una visión multifáscética.

No se trata de una cuestión metodológica. Es un asunto de ética.

Pero, del mismo modo, es también una cuestión que exige mirar con realismo las condiciones materiales, espirituales y morales, de una sociedad que se ha mercantilizado de una manera estrepitosa.

En un panel de la reciente Feria del Libro de Recoleta, Tomás Moulián, citando a Pedro Lemebel, a propósito de la mercantilización de la sociedad chilena, señaló:

“Nos estamos quedando sin alma”.

***Juan Andrés Lagos, periodista, académico y encargado de comunicaciones del Partido Comunista de Chile.

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