El Tratado de Paz y Amistad firmado en 1985 por Chile y Argentina, bajo la mediación directa del Papa y del Vaticano, evitó una guerra entre los dos Estados.
Ese es su principal aporte.
Muchas circunstancias, cuando en los dos países había dictaduras militares, llevaron a que la confrontación militar se transformara en una posibilidad real. Una guerra que habría sido de altísimas consecuencias humanas para las dos naciones, y sin duda habría dejado secuelas de todo orden, hasta hoy.
De manera totalmente probabilística, se estima que, en la confrontación directa, sólo en la primera semana de la guerra, podrían haber muerto treinta mil personas.
Aunque la causa de las causas refiere a diferendos limítrofes, sin embargo se trata de un acumulado de tensiones y diferencias entre ambas naciones, que en la historia relativamente reciente tiene episodios que incluso costaron vidas, como la del Teniente Hernán Merino Correa, de Carabineros de Chile.
En el momento de la máxima tensión, es un hecho, que ambas escuadras se dirigían a una confrontación militar directa en diciembre de 1978, del siglo pasado.
Directa.
Hay versiones, pero no existe un antecedente objetivo respecto de las causas que produjeron un re-desplazamiento de la marina de guerra de Argentina, y el retorno de la Armada de Chile. Un antecedente es que la fuerza de tarea argentina debió enfrentar una tormenta intensa, en su travesía.
Sólo meses antes, en septiembre de 1978, la crisis entre ambas naciones era durísima, y las dos dictaduras se acusaban abiertamente de no respetar la soberanía limítrofe respecto del canal Beagle y las islas Picton, Nueva y Lennox.
Si se observa en el contexto actual, e histórico, uno de los antecedentes clave y estratégico que subyace estas tensiones, hasta hoy, es el Estrecho de Magallanes, bajo soberanía de Chile.
Y refiere, también, a la mirada estratégica respecto de la presencia bioceánica, en este caso de Chile, hacia el Atlántico.
Otro antecedente histórico clave:
El año 1971, los Presidentes Lanusse, de Argentina, y Allende, de Chile, acordaron que se mantendría la suscripción de la firma inglesa en el laudo arbitral que sostenían ambas naciones. Y quienes adoptarían la decisión final, debían ser los jueces de la Corte Internacional de Justicia, en La Haya.
La decisión de esa Corte Internacional, fue que las Islas del Martillo, Picton, Lennox y Nueva, eran chilenas.
El gobierno de Argentina rechazó tajantemente tal fallo, desconoció el laudo arbitral en enero de 1978, cerrando en los hechos el camino jurídico.
Las tensiones entra ambas naciones crecieron, llegando a las militares.
En ese contexto, se abre camino a la mediación del Vaticano, lo que después de un intenso proceso de negociaciones, ambas dictaduras aceptan. Por el Vaticano la encabeza el Cardenal Antonio Samoré.
En ambas naciones, los descontentos sociales por la miseria; las represiones; las violaciones a los derechos humanos graves, generaban protestas y crecientes rechazos, incluso en todo el mundo.
Las tensiones militares continuaron, pero en definitiva el Tratado llegó a buen puerto.
En Argentina, la propuesta del Vaticano fue sometida a un plebiscito, la que se aprobó por sobre el ochenta por ciento de la población. En Chile, el Tratado fue suscrito por Chile en 1985. Siendo su firma final, entre ambas naciones, ese mismo año.
Si se mira con sentido de presente, y de futuro, el Tratado de Paz adquiere una notable vigencia porque señala y establece como el único camino para dirimir controversias limítrofes entre Estados, las conversaciones; las tratativas; las negociaciones, y no las tensiones militares, las amenazas, y menos la guerra.
El continente ha avanzado en este sentido, y con mayor proyección de integración regional y continental, se ha establecido por CELAC (la comunidad de naciones de América sin la presencia de Estados Unidos y Canadá) que América es una ZONA DE PAZ. Esto implica que se debe evitar, a como dé lugar, la guerra entre naciones y las confrontaciones militares multilaterales, incluyendo las intervenciones bélicas de potencias foráneas.
Una de las claves fundamentales para darle sentido de proyección a este histórico acuerdo, es la integración, en todos los aspectos. Se trata de un instrumento que implica establecer centralidad a los intereses de los estados nacionales, y fortalecer el camino bilateral y multilateral de la integración regional y continental.
Antecedentes históricos hay. Y muestran con creces que es la vía realista; democrática y humanitaria para avanzar en la senda de las relaciones con otros bloques de naciones. Y con potencias como China, que ya tiene una relevancia estratégica en todos los aspectos con la mayoría de los países de nuestra región.
La historia es parte de este proceso. Y no es menor que, con una mirada estratégica, los Presidentes Eduardo Frei Montalva y Arturo Ilia, en conjunto, iniciaron acciones hacia China y el Asia Pacífico en la década de los sesenta del siglo pasado. Línea que continuó, en particular, Salvador Allende. Y también se mantuvo en los años y décadas posteriores.
Las tensiones limítrofes no pueden ser nunca, motivo de guerra. Pero es evidente que esas tensiones, incluso actualmente, son impulsadas para generar fricciones entre países. Y, actualmente, en las relaciones entre Chile y Argentina, esos diferendos han sido motivo de justificación por parte del actual gobierno de Argentina.
Su postura respecto del Tratado firmado en 1985, aunque sea formal, muestra esa actitud.
Esto es lo que explica que en los principales actos que se realizarán en El Vaticano, el gobierno de Argentina haya relativizado su presencia.
Juan Andrés Lagos E., periodista, académico y encargado de relaciones políticas del Partido Comunista de Chile.