Esta mañana, en medio del vendaval de declaraciones, acusaciones y también aprovechamientos políticos, el Presidente Gabriel Boric puso el clavo final en la compleja situación judicial y familiar que envolvía al entonces aún timonel de la UDI, Javier Macaya (y que renunciaría finalmente en las primeras horas de esta tarde), quien en su obcecada defensa de su padre, Eduardo Macaya Zentilli, estaba arrastrado al pozo a su propio partido y, de paso, a la principal aspirante a candidata presidencial de la derecha, Evelyn Matthei.
«Creo que todos tenemos que reflexionar, y todo el sistema político tiene que reflexionar, respecto a las acciones que se tienen para darle legitimidad al sistema», aseguró un inusualmente locuaz Mandatario en torno a un tema que no involucraba a la gestión de su Gobierno, recalcando que “cuando una persona, sea senador, diputado o mi caso como Presidente de la República, no separamos los roles y justificamos o ponemos en duda decisiones de la justicia, creo que eso le hace mal a las instituciones”.
El gran pecado de Javier Macaya, debilidad detectada en todo el espectro político, fue insistir en la defensa de su padre sin medir las consecuencias políticas de cada uno de los argumentos utilizados, desoyendo los consejos de propios y exigencias de los contrarios para dejar la presidencia del partido más fuerte de Chile Vamos el cual, atado por la lógica lealtad, no podía aparecer criticando a su líder.
En ese complejo contexto, el diputado Juan Antonio Coloma argumentó esta mañana que “respetamos siempre las decisiones de los tribunales de justicia”, enfatizando que «entendemos el dolor de todas las partes, tanto de los denunciantes, como de la familia de Javier, pero vamos a respetar las decisiones de los tribunales (…) Javier va a seguir siendo presidente de la UDI”. Unas pocas horas después, eso si, esta temeraria afirmación se había transformado en papel mojado.
Evelyn Matthei, en tanto, y tratando de contener el daño a su posición como eventual candidata de la derecha a la Presidencia, debió medir sus palabras para no aparecer atacando al líder de su propio partido, señalando por medio de un comunicado (una conferencia de prensa era una invitación a un eventual desastre) que “quiero ser absolutamente clara, la defensa de los niños, niñas y adolescentes es intransable”, subrayando que “los delitos de Eduardo Macaya han sido condenados por los tribunales y las resoluciones judiciales deben cumplirse rigurosamente. Se trata de un caso grave donde solo queda estar con las víctimas, preocuparse de ellas y de su bienestar”.
La figura presidenciable caminó sobre el borde, obligada a referirse al tema, pero en su posición, pese a las críticas que calificaron sus dichos como blandos, no podía hacer más. Solo esperar y evitar en lo posible un daño mayor.
Pero si ya desde la propia alianza opositora el respaldo a Macaya estaba resquebrajado, la candidata a alcaldesa de Las Condes y ex militante UDI (aún con bastante influencia en el partido), Marcela Cubillos, aseguró que “yo creo que esa es una elección. Tú decides acompañarlo en lo humano, tienes tu derecho a hacerlo”, recordándole al ahora renunciado timonel que, “como figura política, como presidente de un partido, no puedes desdoblarte en ese momento cuando hay una sentencia judicial de un delito tan grave en contra de menores de edad”.
El mensaje era claro: las horas estaban contadas, y el resultado, previsible. Con la renuncia de Javier Macaya, falta saber ahora como la UDI y Evelyn Matthei podrán hacer control de daños, en un escenario en el que para el oficialismo, casi sin moverse de su escritorio, solo hubo ganancias. Al menos hasta ahora.
