El Papa Francisco llamó a su Iglesia a tener mayor flexibilidad para abordar realidades sociales alejadas del ideal de familia cristiana, refiriéndose a personas que han contraído matrimonio civil, que son divorciados y vueltos a casar o que conviven.
«Un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones irregulares, como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas», dijo en la lectura de la exhortación apostólica sobre la familia que fue divulgada hoy.
De esta manera, Bergoglio entregó su comprensión a los divorciados que se vuelven a casar e invitó «hacerles sentir que son parte de la Iglesia» y recuerda que «no están excomulgados».
«Estas situaciones exigen un atento discernimiento y un acompañamiento con gran respeto, evitando todo lenguaje y actitud que les haga sentirse discriminados, promoviendo su participación en la vida de la comunidad», escribió el Papa en el documento titulado «Amoris Laetitia«, de 260 páginas.
«Es mezquino detenerse solo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general. A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas, sino el lugar de la misericordia del Señor».
El documento es fruto de dos ciclos de consultas y de dos tensos sínodos celebrados en octubre de 2014 y octubre de 2015 sobre la crisis que vive la familia moderna.
MATRIMONIO HOMOSEXUAL
El Papa Francisco no actuó de la misma forma en todos los temas, cerrando la puerta al matrimonio entre homosexuales y rechazó «los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio».
El obispo de Roma calificó como «inaceptables» las presiones para que algunos países instituyan el matrimonio entre personas del mismo sexo.
El Papa advirtió, igualmente, que «solo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena».
«Nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece la sociedad», agregó.
Además, añadió que «ya no se advierte con claridad que solo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad».
«Debemos reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, no pueden equipararse sin más al matrimonio», afirma.
RECHAZO AL ABORTO
Por otra parte, defendió el valor de la vida humana, rechazando prácticas como el aborto y la eutanasia.
«La Iglesia rechaza con todas sus fuerzas las intervenciones coercitivas del Estado en favor de la anticoncepción, la esterilización e incluso del aborto».
«Estas medidas son inaceptables incluso en lugares con alta tasa de natalidad, pero llama la atención que los políticos las alienten también en algunos países que sufren el drama de una tasa de natalidad muy baja. Como indicaron los obispos de Corea, esto es ‘actuar de un modo contradictorio y descuidando el propio deber'», agrega.