– La especie podría comenzar a alimentarse de caracoles endémicos y nativos que son fundamentales para la conservación de la biodiversidad en el país.
La actividad depredadora del caracol gigante africano (también conocido como GAS, por sus siglas en inglés), podría amenazar a moluscos terrestres endémicos, generando serios impactos a los ecosistemas y áreas agrícolas. Así lo advirtió Patricio Vásquez, académico de la Escuela de Medicina Veterinaria de Universidad de Las Américas.
Vásquez explica que si bien el GAS es comúnmente clasificado como herbívoro, se ha reportado que es igualmente capaz de depredar a otros caracoles. En el bosque nativo y los predios agrícolas de la zona central y el sur de Chile, los moluscos terrestres cumplen una importante función ecológica para la conservación de la biodiversidad.
“El principal riesgo fitozoosanitario para la agricultura, flora y fauna local, y la salud humana y animal, es la posible colonización del hábitat de especies endémicas por parte del caracol gigante africano. Estos moluscos terrestres son fundamentales para la conservación de los ecosistemas nativos”, señaló Vásquez.
Los caracoles adultos se alimentan de materia orgánica en descomposición, como estiércol animal, basura y frutas caídas. A mediana edad, en tanto, se nutren de plantas vivas, especialmente flores y verduras, lo cual supone un serio riesgo para el sector agrícola. Esta capacidad depredadora y sus impactos ya han sido observados en otros países sudamericanos donde esta especie exótica ha sido introducida.
Depredó a caracoles hawaianos
Actualmente, el caracol africano –un tipo de molusco terrestre, hermafrodita, con altas tasas reproductivas y que puede vivir hasta diez años– está presente en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Venezuela. Aunque es originario del este de África, el Lissachatina fulica (su nombre científico) ha logrado conquistar América, Asia, Oceanía y Europa. En Hawaii, por ejemplo, ha afectado a las poblaciones de moluscos locales.
“No solo podría existir competencia por hábitat y recursos alimenticios con moluscos terrestres del bosque nativo del Centro y Sur de Chile, tales como el caracol negro (Macrocyclis peruvianus), liguay (Americobdella valdiviana), y lengua de vaca (Polycladus gayi), sino que también podría ocurrir riesgo de depredación”, añadió Vásquez.
Amenaza a salud humana
El caracol africano puede ser huésped intermediario de numerosos microorganismos. Esto implica el riesgo de transmisión de parásitos, virus, bacterias y hongos, perjudiciales para la salud humana. Transporta estos agentes y luego los elimina a través de su baba, potencialmente en áreas urbanas o aledañas a los asentamientos humanos, exponiendo a animales domésticos y personas.
“En Colombia, los más importantes son los parásitos Angiostrongylus que pueden causar meningoencefalitis eosinofílica, trastornos gastrointestinales en humanos, y hemorragia pulmonar en perros. De ahí, la importancia de elaborar planes de manejo que eviten su diseminación rápida en el territorio chileno”, señaló el académico de la UDLA, quien enfatizó en la pertinencia del llamado del Servicio Agrícola y Ganadero en relación a redoblar las acciones de vigilancia.
Algunas recomendaciones consisten en no comprar productos de vegetales en el comercio ilegal y aumentar la fiscalización en áreas vulnerables, entre ellas ferias libres, depósitos de plantas y viveros, florerías y ferias tripartitas en la zona norte del país. Las medidas son clave para controlar su proliferación, considerando que la dispersión global del caracol africano ha sido promovida por actividades humanas, tales como la crianza de moluscos para alimento, el traslado involuntario, el comercio de plantas y el tráfico de mascotas.