La forma en que elegimos dónde vivir ha cambiado drásticamente en comparación a lo que era hace 10 años atrás. Si antes lo importante era estar “a pasos del metro”, en función de los tiempos de traslado al trabajo, hoy priorizamos una ciudad más integrada donde surgen distintos barrios como alternativa para vivir y trabajar al mismo tiempo, así como también nuevas maneras de desplazarse.
Desde los años 90 hasta el inicio de la pandemia, la oferta inmobiliaria se concentró en torno a los principales ejes de transporte, dando origen a la vieja frase “a pasos del metro”. La prioridad fue siempre incrementar los hogares con buen acceso a medios de transporte para que las personas pudieran movilizarse en el menor tiempo posible desde barrios dormitorio hacia sus lugares de trabajo.
“Hoy, el estar a pasos del metro no necesariamente es una externalidad positiva, esto principalmente por razones coyunturales que la ciudadanía no las percibe de buena manera, como las movilizaciones. De estas coyunturas surgen nuevas maneras de movilizarse o de no hacerlo. La pandemia, por ejemplo, sacó al transporte del centro para reemplazarlo por el teletrabajo y aceleró la implementación de tecnología con apps de transporte que generan un sistema mixto de movilización. Por ende, todos estos aspectos hacen más fácil vivir en cualquier parte de la ciudad y no necesariamente a cinco minutos”, comenta Patricio Fernández, gerente de Desarrollo de Greystar Chile.
Posterior a la implementación del Transantiago en el año 2007 el metro se consolidó como el principal medio de transporte para los santiaguinos, profundizando el énfasis del mercado inmobiliario y respondiendo al supuesto de que todos querían vivir sobre una línea de metro. No fue hasta los inicios de la pandemia, con los cambios en la dinámica del trabajo y el transporte, que volvimos a mirar a lugares menos densos y con mayor comodidad.
“Si bien la pandemia aceleró los procesos de cambio, la ciudad ha modificado bastante su dinámica urbana con la incorporación de autopistas urbanas y corredores segregados, además del incremento en el uso de motocicletas, ciclovías y nuevos medios de transporte vinculados a Apps como Uber, scooters, bicicletas entre otros”, concluye Fernández.
Según los datos del Ministerio de Transportes, en los últimos tres años la cantidad de ciclovías aumentó en 27,9%, alcanzando las 1.228. Por su parte, las comunas con mayor extensión de la infraestructura son Santiago (50,5 km), Las Condes (37,8 km), y Maipú (28,3 km). «Es aquí donde podemos ver los cambios de hábitos en las personas, siendo esta una señal fuerte y clara en la cual se demuestra que la bicicleta está cumpliendo un rol de suma importancia en el diseño de las ciudades», señala el ejecutivo.
“Si bien es cierto no hay una relación directa entre la pandemia y las ubicaciones más demandadas por las personas, hemos podido ver que el confinamiento aceleró distintos cambios que se venían manifestando hace años respecto a los drivers de decisión de dónde vivir”, añade Patricio Fernández.
En este sentido, la capilaridad de los nuevos sistemas de transportes, la ruptura del concepto del business center como espacio solo para trabajar, y por lo tanto la aparición de fuentes de trabajo más integrados a los otros usos de la ciudad, el teletrabajo entre otros, abre la posibilidad de generar trama residencial de otra manera y en otros lugares. “Si cruzamos el impacto de la capilaridad de nuevas maneras de transportarse con lo que ocurrió en periodo de pandemia en países como Estados Unidos, donde hubo una mayor presión de arriendo en zonas periféricas, no sería una sorpresa que esta tendencia se replique en Santiago”, concluye Fernández.