Por: Juan Pablo Jiménez Isaza Regional VP de Ventas LATAM
Hoy en día hay pocos sectores empresariales en el mundo – si es que hay alguno – que no estén anunciando sus planes de transformación digital. Y los servicios financieros no son la excepción, especialmente en América Latina, donde la necesidad ha impulsado la digitalización a gran velocidad. Esta llamada transformación inevitable surgió en parte de la necesidad de bancarizar a los no bancarizados, ya que cerca de la mitad de la población de la región ha vivido al margen del sector financiero formal durante generaciones, quedando relegada a financiar su sustento con dinero en efectivo.
Afortunadamente, las cosas están cambiando.
La alta penetración de los teléfonos inteligentes y las nuevas tecnologías que han surgido gracias a la proliferación de las fintech, han permitido bancarizar a decenas de millones de personas en los últimos años, especialmente durante la pandemia. La emisión de pagos de incentivos a través de tarjetas bancarias incorporó a infinidad de personas al sistema financiero formal. Y con ello creció exponencialmente su demanda de cualquier tipo de servicios, desde pagos y compras en línea, hasta el pago de recibos e incluso préstamos.
De este modo, surgió un círculo virtuoso. Una población más bancarizada y conocedora de la tecnología estimuló la demanda de nuevos servicios ofrecidos por un número cada vez mayor de empresas digitales. Además, las fintech ofrecen mucho más que pagos. Actualmente, algunas utilizan la IA para evaluar la solvencia de personas que antes no tenían una cuenta bancaria. Por lo tanto, para las nuevas empresas o los grandes bancos que quieren entrar en el espacio digital, las condiciones del mercado y los objetivos cambian constantemente con la nueva demanda y las nuevas ofertas, y los ganadores deben adaptarse rápidamente para seguir siendo competitivos.
Así que, en medio de un entorno tan apasionante y a la vez tan disruptivo, ¿debemos encontrar una nueva normalidad? ¿Acaso se trata de lanzar, crecer, escalar y repetir? Difícilmente. Es mucho más complejo que eso. Es incorporar una metodología ágil para tener más éxito… En realidad, consiste en diseñar, lanzar, crecer, adaptar y ajustar constantemente los patrones y la velocidad y la rapidez de las operaciones y hacerlo con cada uno de los integrantes de tu cartera de productos y servicios. No tiene fin. No es la nueva normalidad, es tu nueva normalidad. La creas, le pones un nombre, la ofreces y la modificas cuando es necesario.
Las fintech lo saben. Diseñan sus planes de negocio y empiezan a crecer desde el principio, diferenciando sus productos en cada etapa del trayecto para seguir siendo relevantes en cualquier sector al que decidan expandirse. Los bancos tradicionales, por su parte, suelen contar con décadas, decenas o más de un siglo de conocimiento del mercado, pero muchos se enfrentan al reto de liberarse de los sistemas informáticos legados y obsoletos. Algunos migran el negocio existente a la nube. Otros lanzan filiales digitales en la nube. De cualquier forma, sus procesos se vuelven infinitamente más flexibles. Sus experiencias de usuario mejoran y sus clientes están más contentos, basándose en sus propias experiencias y no en una serie de buenas prácticas del sector que han sido desempolvadas.
Independientemente de cuál sea la ruta hacia la nube, desde su inicio hasta la migración o spin off, quienes implementan un enfoque componible para la gestión de sus TI adquieren mayor escalabilidad, seguridad y agilidad, algo fundamental hoy en día ante la competencia, ya que se convierten en sus rutas para conquistar a sus propios clientes.
La banca componible permite a las entidades escalar y atraer a más usuarios a través de nuevos y mejores servicios con el apoyo de los socios del ecosistema vinculados por las API. Asimismo, otros actores dan prioridad a su expansión, es decir, a la incursión en nuevos mercados. Todos combinarán ambos enfoques en función de sus propias necesidades y estrategias.
Sea cual sea su estrategia tienden a disfrutar de ventajas competitivas y a conseguir mejoras significativas en sus márgenes de ingresos. No existen dos clientes iguales, así que ¿por qué deberían serlo un banco y una fintech?
En la actualidad, pocas cosas son tan importantes como la agilización de los plazos de salida al mercado, otro rasgo distintivo de hacer negocios en un entorno 100% nativo de la nube. La plataforma central de Mambu permite a quienes ofrecen servicios financieros diseñar mejor las hojas de ruta para el lanzamiento de productos y comercializarlos de forma más eficiente, adaptándolos según sea necesario con la ayuda de socios del ecosistema cuidadosamente seleccionados.
La construcción de una arquitectura componible ofrece la flexibilidad necesaria para que una entidad pueda gestionar mejor las numerosas transacciones que se necesitan en el ámbito financiero actual, que puede incluir prácticamente a todo el mundo gracias al surgimiento de nuevos productos y servicios como las finanzas integradas o el «compre ahora y pague después». En lugar de agrupar varias funciones, como el procesamiento de transacciones, la toma de decisiones y la elaboración de informes, en un único y voluminoso silo, la arquitectura componible combina y recombina estas y otras funciones según sea necesario. Las instituciones también pueden ampliar sus plataformas incorporando a otras compañías para que ofrezcan funciones solicitadas por sus clientes, lo que permite personalizar aún más los servicios. Esta capacidad de adaptación realmente acentúa la diferencia entre los bancos que triunfarán en la nueva era digital y los que quedarán rezagados y se tornarán irrelevantes.
Tener la capacidad de introducir nuevos servicios, en especial los que normalmente se asocian con startups ágiles, puede ayudar a los bancos tradicionales a expandirse y cuando se hace en una plataforma de código único. Destinar recursos a la creación de herramientas internas puede ser un proceso largo y costoso, pero la incorporación de los mejores socios puede permitir a las instituciones financieras crear un rico ecosistema y centrarse en ofrecer la mejor experiencia al cliente.
La mayoría de los bancos tradicionales en América Latina han tenido que adaptar sus modelos de negocio para hacer frente a esta nueva realidad digital. Por ejemplo, BancoEstado en Chile recurrió a la plataforma SaaS de Mambu para ejecutar innovaciones digitales que modernizaron su servicio para más de 13 millones de clientes. La adopción de un modelo de arquitectura componible permitió a la institución anticiparse en su mercado.
Las empresas del sector financiero deben reevaluar sus estrategias digitales y analizar cuáles son las mejores opciones para alcanzar sus objetivos de negocio a corto y largo plazo. A medida que la competencia crece y las expectativas de los clientes siguen evolucionando, adoptar un enfoque componible ha demostrado ser una solución para que los bancos tradicionales y los nuevos actores logren la escalabilidad y la agilidad en un mercado en el que él ahora es más importante que nunca. No se trata de hacer lo mismo una y otra vez. Cada oportunidad requiere una visión fresca y diferentes tipos de análisis. Será tiempo bien invertido. ¡Y el tiempo es oro!