El Partido Comunista, principal fuerza de la oposición en Rusia, se niega a reconocer los resultados de la votación electrónica de ayer en Moscú, que provocaron un vuelco en un recuento que primera hora de la noche del domingo dibujaba una victoria muy pobre para el partido gubernamental Rusia Unida, que finalmente conservará la mayoría absoluta. Los comunistas convocaron por la tarde una manifestación sin autorización en el centro de Moscú. Unas 200 personas gritaron contra el Gobierno junto a la estatua de Pushkin.
Los opositores acusaron a las autoridades rusas de fraude masivo después de que el partido gobernante Rusia Unida obtuviera una mayoría parlamentaria mayor de la esperada, a pesar de la pérdida de popularidad de su marca electoral. El partido de Vladimir Putin ha perdido 4,6 puntos porcentuales respecto a las elecciones parlamentarias de 2016.
Con más del 99% de los votos contados, la Comisión Electoral Central anunció que Rusia Unida había obtenido casi el 50% de los votos. Su rival más cercano, el Partido Comunista, crece casi siete puntos y se lleva el 19%, algo menos de lo previsto. En tercer lugar quedó una vez más el partido nacionalista LDPR y el partido Rusia Justa con alrededor del 7,5% cada uno. Hasta ahora estos tres partidos suelen respaldar al Kremlin en la mayoría de asuntos clave: incluso en la crítica a la disidencia agrupada en torno a Alexei Navalny, cada vez más molesta para la élite con sus investigaciones y sus protestas sin autorizar.
El líder comunista, Guenadi Ziuganov, antes de los comicios criticó duramente a Navalny, diciendo que «representa al capital financiero de EEUU». Pero los comunistas se están empezando a enfrentar al Kremlin de una manera cada vez más frontal. Navalny saltó a la fama cuando lanzó en 2011 las movilizaciones para denunciar un ‘pucherazo’ en las elecciones parlamentarias. Ahora son los aspirantes comunistas los que se sienten estafados por una democracia ‘controlada’ de la que se llevan beneficiando años.
La pugna por Moscú
La caja de los truenos es la votación electrónica, implantada en Moscú y otras seis localidades. El sistema ha sido calificado por las autoridades como exitoso: más de 2,6 millones de personas votaron en línea. Estos comicios han estado en el punto de mira por las múltiples irregularidades denunciadas por observadores independientes. Cuando se mostraron los resultados del voto electrónico de cada demarcación salvo la de Moscú, en la oposición se extendió la indignación.
Los comunistas se fueron a dormir el domingo venciendo en seis circunscripciones de la capital, y a la mañana siguiente no se imponían en ningún lugar. «Hemos visto cómo ganaban nuestros compañeros y cómo cambió todo después de que aparecieran los datos digitales», lamentaba ayer el vicepresidente del Partido Comunista Dimitri Novikov.
El Kremlin asegura que las elecciones han sido competitivas, abiertas y honestas. El enfado comunista puede causar algún dolor de cabeza: «Surge un problema agudo para el Kremlin: una facción en conflicto en la Duma Estatal», advertía anoche Tatiana Stanovaya, jefa del centro de análisis R.Politik. Pero es improbable que el ‘octubre rojo’ de 1917 se repita en las próximas semanas, por más que el calendario y el estado de ánimo de los nuevos ‘bolcheviques’ sugiera coincidencias.
Putin piensa en 2024
La victoria de Rusia Unida es lo suficientemente contundente como para obtener más de dos tercios de los diputados en la cámara baja del Parlamento. Esto le permitirá seguir aprobando sus leyes sin tener que depender de otras fuerzas.
El país no tiene previstas votaciones a escala nacional hasta 2024, cuando los rusos votarán presidente de nuevo. Vladimir Putin no ha desvelado si se presentará, pero el año pasado allanó el camino legal con una reforma constitucional. Durante este 2021 ha despejado los obstáculos políticos que podían poner baches en el camino: Navalny cumple dos años de cárcel, su movimiento y sus aliados han sido ilegalizados por ser «extremistas» y los medios de comunicación más críticos están cayendo en la ‘lista negra’ de agentes extranjeros.
El panorama de libertades se ha oscurecido en apenas seis meses. En algunos ámbitos de la sociedad hay inquietud sobre si, pasada esta consulta, se relajará la represión o irá a más. Muchos rusos piensan desde hace años que el cambio no es tan deseable, y al mismo tiempo una minoría creciente está frustrada porque una transformación del sistema es improbable.
El nuevo curso político aporta algunas novedades. El Parlamento ruso tendrá más de cuatro partidos por primera vez desde 1999. Desde 2003 no había cambiado la composición del órgano legislativo. La nueva formación que irrumpe es el partido Gente Nueva, creado el año pasado por el fundador de la compañía de cosméticos Faberlic, Alexei Nichaev.
(Con información de El Mundo)