Gobierno en fase terminal.  Coincide con el fin del ciclo político iniciado en 1990. La Moneda perdió la conducción de la derecha.  Sus presidenciables, un domingo atrás  alineados y en respetuosa segunda fila, hoy le mandan instrucciones por la prensa.  Pese a carecer de bancadas, sin el TC, con la calle perdida hace mucho, sin reserva estratégica, el oficialismo no toma nota lo que sucede en el país. Intenta regatear.

La oposición se reagrupa en el Congreso, la conducción firme y a la vez unitaria de Provoste posibilitó asumir su rol de contrapeso a un errático presidencialismo.  De paso demuestra que abordar los desafíos del país con estilo transversal permite romper el circulo vicioso de las agendas personales y de secta.  Curiosamente, buena parte de la derecha en su afán por diferenciarse de la Moneda, llega a competir con la oposición en sus demandas al Gobierno.  El resultado de las elecciones de mayo serán el próximo hito.  Provocarán realineamientos y golpes de timón. 

La sociedad continua inquieta.  Paro portuario fue ampliamente acatado, de continuar habría afectado la logística nacional.  Nuevo retiro de 10% generará un incremento a la demanda.  Mientras, la pandemia se mantiene en niveles altos, sociedad agotada por encierros y restricciones a sus libertades.  Un anhelo de cambio inunda el sentido común, pero no basta con la denuncia, la sociedad requiere certezas y eso demanda conducción realista y empática con la población. 

El barrio sacudido por la pandemia y la crisis.  Se demuestra la precariedad de la protección social, agravada por años de privatizaciones y adelgazamiento estatal.  En algunos casos la crisis se canaliza por elecciones -ayer en Bolivia y hoy en Perú-.  En Colombia el gobierno incendió la pradera al intentar reforma tributaria regresiva.  Brasil y Argentina la pandemia contagió a la política.  Las potencias despliegan su geopolítica de las vacunas donde asombra la pasividad de EEUU y su ausencia de cooperación con sus aliados latinos.

Sensación térmica: La soledad y el abandono que inunda al Presidente

Gobierno no atina, regatea aún en su soledad.  Se reanuda la campaña y la gráfica solo muestra rostros sonrientes.  Ningún candidato pone la foto del presidente.  Está como Dudamel, la mayoría no lo quiere pero parece que es muy caro sacarlo.  

Las tratativas sobre los “mínimos comunes” copará la agenda junto al cobro del 10% y un horizonte electoral que puede ser lapidario para la derecha.  La Moneda se transforma en un lastre.  Los Tiempos Mejores son hoy un chiste cruel.  Un congreso que deberá optar entre su rol republicano o la farándula populista.  A la oposición le urge a levantar una opción ganadora unitaria, mientras que la derecha buscara evitar que la Moneda la arrastre en el naufragio.

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