• Con más de 20 años de una carrera consolidada en la moda local, la creadora de la marca MO-Store, se lanzó a innovar en la decoración de pilotos, imprimiendo un sello tan tailor-made y original, que los departamentos terminan comprándose como un proyecto integral, con todo incluido dentro.

Magdalena Olazábal y su marca MO-Store han construido una exitosa trayectoria en el diseño nacional. En sus inicios, como una de las primeras marcas de autor únicamente para hombres, luego en colecciones de vestuario y accesorios para mujer y más recientemente, el lanzamiento de su línea Casa-Mo, con objetos de diseño para el hogar, como mantas, textiles y próximamente, una colección de cojines.

El impulso para esta nueva marca surgió luego de que se animara a realizar sus primeros proyectos de decoración de pilotos, a pedido de Inmobiliaria Urbes, empresa que desarrolla departamentos para un segmento joven, en el sector oriente, con un fuerte sello europeo en su arquitectura y sello eficiencia energética.

“Una de las claves del éxito de este trabajo ha sido la libertad creativa que esta inmobiliaria me dio para hacer un trabajo súper a medida. Y esa libertad fue gracias a que conocían todo mi trabajo y trayectoria”, explica Magdalena.

Loreto Malig, subgerente comercial de Urbes, dice que la decisión de trabajar con Magdalena nació de la convicción de buscar un profesional que pudiera diseñar y ejecutar un proyecto que “calzara perfecto, como un buen traje hecho a medida”, y que pudiera interpretar a la perfección la ingeniería y arquitectura de sus proyectos. “Pasamos más del 90% del tiempo en espacios cerrados, por lo que el lugar donde escogemos vivir debe impactar positivamente en nuestro bienestar. Por eso, más que un decorador de interiores, buscamos alguien que además de tener un muy buen manejo en texturas y colores, fuera capaz de adaptarse a los cambios temporales y utilizarlos para potenciar el complemento perfecto para un nuevo habitar, con espacios interiores que te reconecten, te liberen y calmen, que te hagan feliz”, agrega.

Como diseñadora de textiles y de moda, Magdalena relata que utilizó un proceso creativo distinto al convencional para abordar los pilotos, muy similar al que utiliza para el diseño de vestuario. “Pensando primero en la persona y en que el espacio se vea y se sienta como una casa, no como un piloto. Lo que busqué fue crear espacios donde a mí me gustaría estar y vivir. Por otra parte, creo que el diseño como carrera te da un manejo del color distinto”, sostiene.

Lograr ese efecto de hogar, a juicio de Magdalena, no es fácil, rápido, ni barato. Básicamente, porque todas las piezas, como los respaldos de cama, los mandó a construir a medida. “Trabajo con diseñadores industriales. Diseñamos todo a medida, con chapas naturales, se tiñen según la paleta de colores para ese espacio, es todo un trabajo integral. Me gusta mezclar mucho pero también usar elementos de muy buena calidad y de diseño. Y tuve la suerte de que la inmobiliaria con que trabajé me permitió comprar cosas de diseño originales, como objetos originales de Vitra, lámparas italianas, buenas obras de arte originales, fotografías, etc.”

Por su parte, la ejecutiva de Urbes sostiene que el trabajo que Magdalena no sólo resultó ser en un disparo de ventas, sino que también generó la solicitud por parte de los clientes de comprar los pilotos a puerta cerrada. “Lo que comprueba que todo ese esfuerzo da como resultado otro mood, otra estética, con colores vivos y modernos, pero de buen gusto también”, asegura Magdalena, agregando la importancia de que el mandante confíe en el criterio del profesional a cargo del piloto. “Y eso no pasa generalmente. Las inmobiliarias, en la mayoría de los casos, guardan todos los muebles y luego los reutilizan en otro proyecto”, agrega.

La receta, dice Magdalena Olazábal, no es seguir tendencias, sino hacer que los espacios sean acogedores y vivibles. “No es como llegar y comprar un par de jarrones o de esculturas y poner una al lado de la otra como para que se vea lindo. Para mí, todo debe tener un sentido en el lugar. Por ejemplo, si pongo una repisa al lado de un comedor, le coloco libros de cocina, es decir, un elemento que no sea solo decorativo, sino que tenga una utilidad en el vivir de esa casa. O una lámpara chica pensando en un momento de compartir con visitas y generar un espacio más íntimo”, recomienda.

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