Ha trascendido en todos los pasillos de La Moneda y del cuarto piso de Zenteno 45 -sede del ministerio de Defensa Nacional- que el ministro Mario Desbordes (RN), oficializará su renuncia a Defensa durante este viernes para aventurarse en una supuesta precandidatura presidencial, aunque no marca en las encuestas, tal como lo mostró esta semana Espacio Público onde ni siquiera aparece: «Al preguntarle de forma espontánea a los encuestados ¿quién preferirías que sea el próximo presidente? (excluyendo al actual); Pamela Jiles lidera las preferencias con un (13,8%), la siguen Joaquín Lavín (11,9%), Daniel Jadue (7,8%), Evelyn Matthei (5,2%), Michelle Bachelet (3,9%), Leonardo Farkas (3,5%), Franco Parisi (2,9%), José Antonio Kast (2,9%), Marco Enríquez-Ominami (2,5%), Beatriz Sánchez (1,9%) y Sebastián Sichel (1,6%)», señala el estudio.
Curioso lo que ha sucedido con Desbordes que parece haber visto un espejismo y cree que puede ser presidenciable cuando la derecha ya tiene instalado tres nombres que son altamente competitivos.
Pareciera ser que Desbordes va a una aventura que lo llevará a internarse por un bosque de incertidumbres donde tendrá pocas posibilidades de encontrar el camino despejado a La Moneda tal como lo contamos el 4 de diciembre pasado.
En tanto, en el mundo militar la gestión de Mario Desbordes era bien evaluada tras el paso de Espina que literalmente fue una espina para las FFAA por su particular forma de llevar el ministerio. Desbordes estaba haciendo una buena gestión en Defensa, más profesional, más seria y esta salida abrupta por aventurarse en una campaña incierta, le cae como balde de agua gélida a las FFAA.
Pero lo de Mario se veía venir, porque le picó el bichito del poder, tal como lo dejó entrever el Presidente Piñera en a entrevista que tuvo con uno de esos matinales de la TV donde dijo: «Todos sabemos que él tiene aspiraciones para encabezar la campaña de RN y eventualmente una candidatura presidencial. Lo hemos conversado muchas veces y el tema se va a resolver pronto», explicó Piñera.
Ahora Debordes deberá enfrentarse al verdadero poder de su colectividad, un poder real que no tiene nada que ver con ese efímero que dan las votaciones porque «como te dan te quitan».