Después de que la economía peruana lograra el crecimiento continuo de 21 años al cierre del 2019, al cabo de 7 meses el vecino país sufre la mayor caída económica de los últimos 100 años y se encuentra ya sumido en una profunda recesión debido a la pandemia.
El desastre económico se traduce, fundamentalmente, en pérdida masiva de empleos. Al menos 6.720.000 personas se quedaron sin trabajo entre abril y junio de este año a causa de la pandemia, según un reciente estudio del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). La cifra de desempleados significa una reducción del 39.6% en la Población Económicamente Activa (PEA) a nivel nacional.
«La caída ha sido terrible, inimaginable, declaró el presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Julio Velarde Flores, la semana pasada. «Ni en mi peor de mis pesadillas podría creer que íbamos a caer un mes en 40% del Producto Bruto Interno», se lamentó.
Las cifras, en efecto, son escalofriantes: el PBI se desplomó a -32% en el segundo trimestre del año y el BCR pronostica una caída de -12.5% para fines de año, lo que convertirá a Perú en la economía mas golpeada de América Latina y, probablemente, una de las más deterioradas del planeta.
Los sectores más afectados fueron, según el INEI, los de servicios (4’174,700 desempleados), comercio (1’738,000 puestos de trabajo perdidos), y construcción (636,400 empleos destruidos por el virus).
Solo en Lima, en el periodo comprendido en los meses de mayo, junio y julio, 1’972,900 personas perdieron su empleo. A ellas se suman 193,000 trabajadores despedidos del sector privado formal entre marzo y julio pasado. Y otras 300,000 personas que se quedaron sin trabajo debido a la «suspensión perfecta de labores», de acuerdo con la planilla electrónica del Ministerio de Trabajo.
La recaudación tributaria del Gobierno Central cayó en 5.393 millones de soles (más de US$1.500 millones) solo entre junio y julio de este año. Y a pesar del programa de reactivación económica, los números siguen en rojo. El ex ministro de economía Alonso Segura, estima en términos generales, que la pobreza tendrá un incremento entre 8 a 10 puntos porcentuales, lo que implica la destrucción de una parte importante de la clase media.