En el marco de la conmemoración de los 290 años del terremoto ocurrido el 8 de julio de 1730 en la zona central de Chile, el centro de excelencia FONDAP CIGIDEN, construyó un espacio virtual para dar a conocer cómo fue el mega evento y cómo podría afectar hoy a la capital portuaria de la Región de Valparaíso. El objetivo es activar la memoria y sensibilización de este desconocido desastre.
Chile es un extenso territorio propenso a mega terremotos que provocan grandes tsunamis y en particular, la zona central del país –incluida la Región Metropolitana y la ciudad portuaria de Valparaíso– ha sufrido históricamente numerosos sismos de gran magnitud. Desde el siglo XVIII, frente a Valparaíso se han generado al menos cuatro terremotos de magnitud de momento cercanos o superiores a 8,0 Mw: en 1730, 1822, 1906 y 1985.
El terremoto y tsunami de 1730 es el más grande de ellos, con una magnitud estimada entre 9,1 y 9,3 Mw, sacudiendo y provocando daños a lo largo de 1.000 kilómetros del país y causando gran afectación en la costa de Valparaíso, la madrugada de un 8 de julio. Este desastre ocurrió hace 290 años.
Lo que sabemos hoy de este evento sísmico es el resultado de investigaciones científicas, que incluyen modelamiento numérico, estudios de crónicas históricas de la época sobre el terremoto y la evidencia geológica del tsunami, cuyas olas en Chile pudieron incluso superar los 10 metros de altura. Este megasismo generó cuantiosos daños en las ciudades más pobladas de ese entonces, como Valparaíso, Santiago, Concepción (ubicada en ese momento en lo que hoy es la ciudad de Penco) y La Serena.
Memoria y educación
Recientemente, fue publicado en la revista Geoscience el artículo científico que resume los esfuerzos de memoria y educación realizados el año 2019 para dar a conocer este evento y que contó con una amplia colaboración académica y ciudadana liderada por el Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo (CIGIDEN). En este trabajo, titulado “The 1730 Great Metropolitan Chile Earthquake and Tsunami Commemoration: Joint Efforts to Increase the Country’s Awareness”, se plantea que recordar este desastre no solo es una manera de visibilizar un evento sísmico olvidado con el paso del tiempo, sino también “una forma de activación de la memoria y la sensibilización de la comunidad para estar mejor preparados y salvar vidas en el futuro”.
“Para tomar mejores decisiones de planificación y desarrollo urbano y también propiciar una respuesta de evacuación inmediata luego de un mega terremoto, es indispensable que la gente conozca lo que ya ocurrió en el pasado, reforzando la educación y comunicación de riesgo, pues este evento tiene posibilidades ciertas de repetirse en el futuro”, explica Rodrigo Cienfuegos, uno de los autores del paper y director del CIGIDEN. En Valparaíso, además, existe una percepción errada respecto a que la bahía no se vería afectada por un tsunami, posiblemente asociada al hecho de no haber observado daños ni inundaciones importantes luego de los terremotos de 1985, 2010 y 2016.
En un esfuerzo por crear conciencia y desmitificar esta errada percepción del riesgo, CIGIDEN recreó el evento de 1730 a partir de modelos de simulación matemática. Además, en un trabajo con diseñadores y desarrolladores web, CIGIDEN creó un espacio virtual alojado en su sitio web, donde es posible visualizar en un mapa 3D de la bahía de Valparaíso, la simulación de la inundación por un tsunami provocado por un evento similar al ocurrido en 1730.
Registros históricos
“La simulación permite observar el rápido arribo de las primeras olas (menos de 20 minutos) y una inundación extensa del plano de Valparaíso. En el evento de 1730, existen registros que indican que la inundación llegó incluso a los pies de la actual ubicación de la plaza de La Matriz, «en el barrio antiguo de Valparaíso”, agrega Cienfuegos.
La simulación representa el evento de 1730 en la región de Valparaíso, con la propagación y la inundación del tsunami que los científicos modelaron utilizando las herramientas numéricas más avanzadas disponibles en la actualidad. El objetivo principal de estos esfuerzos es que las personas logren visualizar el alcance de un tsunami de esa envergadura en la ciudad de Valparaíso, y así comprender el riesgo potencial que existe si un evento como este ocurriera nuevamente.
Los estudios más recientes, agrega el director de CIGIDEN, indican que la energía sísmica acumulada es suficiente para producir un terremoto tsunamigénico en esta zona, por lo que se hace urgente reforzar todas las medidas de mitigación y preparación, incluyendo la auto-evacuación inmediata de la población, luego de un terremoto que dificulta mantenerse en pie y tiene una duración de más de 1 minuto. Por otro lado, “nuestro centro ya ha entregado formalmente a la autoridad, estudios que enfatizan la urgencia de implementar estrategias de evacuación vertical, especialmente en la ciudad de Viña del Mar, debido a la alta densidad poblacional que existe en el entorno de la costa y el estero Marga-Marga”, afirma Cienfuegos.
Riesgo de desastre
De acuerdo a los autores de la publicación científica, el peligro que representa un terremoto y un tsunami como el de 1730 para la costa de la zona central hoy es enorme. Supone un mayor riesgo, debido al alto nivel de exposición generado por un desarrollo urbano en Valparaíso y Viña del Mar, que no consideró la posibilidad que un tsunami como el de 1730 pudiera afectarlos. Hoy existe una gran cantidad de población, servicios e infraestructura crítica ubicados en zona de inundación.
Además, aseguran los autores del paper en Geoscience, “Valparaíso y Viña del Mar son zonas turísticas con alto número de visitantes extranjeros y personas que no viven en la costa”. Solo en el verano la población flotante puede superar en un 30% a la población habitual en Valparaíso, Viña y Concón. “Muchos turistas, especialmente extranjeros, tienen una educación limitada sobre la amenaza de tsunamis y cómo responder frente a ellas. Es por ello que reforzar los planes educacionales e informativos hacia todos quienes visitan nuestro país, debe ser una prioridad. Adaptar los protocolos al contexto de pandemia en el que nos encontramos, es una tarea que también debe ser abordada”, concluye Rodrigo Cienfuegos.