domingo, diciembre 22, 2024

Hasta dar la vida

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Todos los 9 de Julio, año tras año, miles de jóvenes a lo largo de todo el país juran la bandera, prometiendo servir fielmente a Chile. Hasta dar la vida si fuese necesario. Son los jóvenes, mujeres y hombres que cumplen con su servicio militar. 

Este año no será así.  Pero todos están cumpliendo largas jornadas, ya por varios meses, en servicio al país y a la población ante la emergencia.  Es una de las misiones que se le asignan a las FFAA, junto a la Defensa y a las operaciones de paz. 

El Estado chileno, en breves palabras, tiene tres componentes básicos que preservar. Estos son su población (es decir todos los chilenos), su territorio, y la capacidad de decidir por nosotros mismos nuestro destino, o sea, nuestra soberanía.  Por algo decidimos hace mas de 200 años que no queríamos ser vasallos de ningún rey, ni menos que este fuese extranjero.  Como República entendemos que el soberano es el conjunto de la ciudadanía, la que delega su poder en las autoridades elegidas por ella misma.  Por ello, no caben hipótesis de “guerra interna”, porque las FFAA nacen para defender a todos los chilenos, mediante el respeto a la institucionalidad que nosotros mismos acordemos. Eso se llama democracia.  Eso se llama Estado de derecho.

Nuestro territorio es como la casa de la familia, donde todo el que llegue será bienvenido, pero deberá ser respetuoso de nuestros usos y costumbres.  Donde nos esmeraremos en atender a los invitados a la vez que seremos celosos guardianes de quien pretenda perturbar nuestra paz.  La casa donde cuidamos a nuestros mayores y protegemos a nuestros niños.  Donde se forma nuestra juventud.  Por cierto, como toda familia, cuando crece hay que ampliar la casa.   Siempre habrá que hacerle reparaciones, y a veces hasta rediseñarla, pero para bien y con el concurso de toda la familia.  Aprendimos en nuestra historia reciente que una casa que no cobija a todos, que una familia que no es capaz de administrar sus disputas, termina mal.   Los chilenos no somos enemigos de otros chilenos.   Por cierto, tenemos diferencias entre nosotros, pero debemos aprender de nuestra historia y no repetir periodos de exclusión y polarización.  También aprendimos que la violencia no puede instalarse como el mecanismo que resuelva las diferencias. Los problemas sociales no se resuelven con la fuerza, sea la fuerza del Estado o las pretensiones vanguardistas de algunos sectores. 

La pandemia nos mostró que la casa tenia fallas, y algunas piezas están mal orientadas.  Solo los chilenos somos los soberanos que podemos opinar de cómo queremos la casa del Chile del siglo 21. Y eso se debe hacer bien,  para ello es el camino de reforma constitucional.  

Pero en tiempos de pandemia también hemos conocido de miles de chilenas y chilenos, que sin ser militares,  también arriesgan su vida por cumplir su misión.  En primer lugar, los trabajadores de la salud, enfermeras, paramédicos, doctores, anestesistas, conductores de ambulancia, funcionarios de la salud todos.  En primera línea combatiendo el virus, al lado de los miles de compatriotas contagiados.  Arriesgan no solo su integridad, sino que muchas veces también exponen a sus familias.  Pero no hay deserciones, y ahí siguen con la guardia en alto.  Cerca de una decena de médicos han fallecido en cumplimiento de su deber.  Junto a ellos están los miles de trabajadores de servicios básicos, que día a día nos proveen de energía, agua y aseo.  Anónimos pero eficientes, porque cuando la luz se apaga o el agua deja de fluir, lo notamos de inmediato.  Bien por esos trabajadores nobles y esforzados, muchos de ellos con bajas remuneraciones. 

La pandemia desnudó a Chile, afloro la desigualdad, los que viven día a día en la informalidad, el hacinamiento en que viven muchos en las grandes ciudades.  Hasta el momento, salvo repudiables excepciones, la inmensa mayoría de la población ha acatado disciplinadamente las instrucciones de la autoridad sanitaria. 

Si empezamos a ver luz al final del túnel, corresponde preguntarse que Chile queremos reconstruir,  que tipo de sociedad necesitamos, que derechos debemos garantizar para todos.  Por cierto, tenemos que diseñar una estrategia de reactivación económica, donde todo apunta a que el Estado debe estar en condiciones de garantizar a la población su sobrevivencia básica.  De alguna manera, la discusión respecto a la reconstrucción se hilvanará con el debate constitucional.  Ese puede ser un derrotero virtuoso que construya un itinerario, un cronograma institucional de salida a la crisis. 

Chile vive la crisis más grave de las ultimas décadas.  Necesitaremos un esfuerzo descomunal para salir airosos.  No es fácil ni está garantizado el éxito.  Pero al ver el esfuerzo de miles de civiles y uniformados que lo han dado todo en estos días, debemos reconocer que nuestro pueblo, nuestra Nación, tiene reserva estratégica.  Por cierto, en estos días también hemos conocido de gestos menores,  de algunos que frente a los diversos avatares que la crisis provoca, reaccionan motivados por cálculos políticos o peor aun, por cálculos personales.  Lamentable.  No es momento para ello, por cierto, también es momento en que las máximas autoridades deben esforzarce al máximo para compenetrarse con el día a dia de la mayoría, sin privilegios y con humildad y sencillez.  

Que los chilenos nos unimos en las desgracias no es nuevo.  Lo hemos visto en emergencias anteriores.  Cientos de jóvenes chilenos de origen humilde estudiaron medicina en la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba (ELAM), venían de Huara, Pozo Almonte, Collipulli y otros lugares lejanos.  Me tocó observar en varios hospitales de campaña en momentos de emergencia, que en la tabla de fuerza del hospital militar, figuraba  siempre “brigada Elam”, incorporando armoniosa y nacionalmente a los médicos voluntarios formados en la isla junto a nuestras FFAA.

Por todo ello, este nueve de julio, rindo mi humilde reconocimiento a esos miles de ciudadanos que a la hora de cuidar a todos los chilenos,  lo dan generosa y disciplinadamente.  Ese es el talante que necesitamos hoy, enfrentar este momento histórico sin otro objetivo que construir un norte para Chile y las necesidades de su pueblo.

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