viernes, noviembre 22, 2024

Mes del Mar // 21 de Mayo: Prat, Condell y Millacura

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El Combate Naval de Iquique fue un hito en la guerra del Pacifico, de aristas que no dejan de seguir sorprendiendo.  Tuvo un enorme impacto en todo Chile y redobló la unidad y la movilización nacional.  También mostró la destreza y la hidalguía del almirante Grau.

Como todos sabemos, el fuerte de la Marina peruana eran sus blindados Huáscar e Independencia.  La Armada chilena se propuso su neutralización y en un cálculo que se demostró errado, apreció que el almirante Grau se iba a proteger tras las fortificaciones  del Callao.  Por ello enfiló rumbo al norte, pero no conocía el talante del almirante peruano que por el contrario, se adentró hacia el sur y enterado del movimiento chileno, se propuso propinar un golpe en las costillas a las fuerzas chilenas destruyendo su logística en Antofagasta.

Pero en Iquique se encontró con los dos buques mas débiles de la escuadra chilena.  Su resistencia lo detuvo.  Ante los blindados peruanos, la diferencia de tonelaje y capacidad de fuego eran enormes.  Conocemos lo que pasó.  Los dos comandantes chilenos reaccionaron con rapidez ante un escenario imprevisto.

Prat y su tripulación fueron al sacrificio heroico, pero posibilitó la maniobra evasiva de la Covadonga que buscaba dar la alarma.  Los dos capitanes cumplieron a cabalidad su misión.  Prat honró su juramento con su vida, mientras que Condell no sólo logró neutralizar la superioridad de su rival sino que con astucia y pericia lo derrotó. 

Prat tuvo razón al decir que si moría, sus oficiales sabrían cumplir con su deber.  También su tripulación, su gente de mar.  Condell también pudo haber dicho lo mismo.  Pero no solo los oficiales, porque en el combate de Punta Gruesa, destaca la figura de Juan Millacura, grumete de 14 años, oriundo de Llico, en la provincia de Arauco.  

El joven Millacura se fue de su casa a los 12 años para enrolarse en la Armada, y a los 14 ya estaba embarcado.  Era algo común en aquella época.  En la Armada se registró como Juan Bravo, al parecer para eludir alguna acción paterna.  El 21 de Mayo formaba parte de la tripulación de la Covadonga.  A esas alturas ya se había revelado como un tirador excepcional, por eso su capitán le encargó una difícil misión: neutralizar a los artilleros del cañón de proa de la Independencia.  En la persecución, con fuego artillero en su popa, la Covadonga habría durado muy poco.

Millacura se encaramó con decisión en el mástil de su buque, y con su fusil Comblain, fue abatiendo sucesivamente a los artilleros peruanos.  Fueron mas de una docena.  Por cierto, también la Covadonga tenia un gran oficial al timón que fue eludiendo arrecifes hasta provocar que la Independencia encallara. 

Por eso el 21 de Mayo proporciona grandes lecciones.  Para empezar, demuestra la importancia de la entereza de los capitanes junto a la disciplina de sus respectivas tripulaciones.  Por cierto, nunca será suficiente reconocer la hidalguía del almirante Grau tras el combate.

El 21 de Mayo también nos enseña que no siempre la flota va en la dirección correcta, y que es preciso hacer correcciones.  Así lo hizo el mando de aquella época y entendió que mientras no neutralizase a la flota peruana, no había posibilidad de desplegar nuevas operaciones terrestres.  Se corrigió el rumbo y meses mas tarde el Huáscar, combatiendo con honor, fue capturado.  Chile adquiría así el dominio de los mares. 

El Combate de Iquique enseña la importancia que siempre tiene el capitán.  De sus decisiones depende el buque y su tripulación.  Un buque bien dirigido cumple su misión.  También se reitera algo propio de las tradiciones navales, un buque además de un buen capitán requiere de una buena tripulación.  Ambos elementos se retroalimentan.  Un capitán que dirige con su ejemplo,  fortalece y galvaniza a sus oficiales y a sus marineros.

En estos días, cuando todo el país esta amenazado por la pandemia, cuando  incertidumbres de diverso tipo amenazan nuestro destino, la entereza y las enseñanzas de los héroes de Iquique cobran plena vigencia:   capacidad para enfrentar la adversidad,  corregir los errores de estrategia,  liderazgo afirmado en el ejemplo del comandante, junto a la disciplina de la tripulación, serán siempre claves para alcanzar la victoria.

Mis respetos a los capitanes Prat y Condell, mi reconocimiento al grumete Millacura.

 

 

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