El volcán Taal de Filipinas expulsó el jueves nubes más pequeñas de ceniza, pero siguió provocando sismos y abrió grietas en las carreteras, mientras la policía acordonaba los pueblos en la zona de peligro por temor a una erupción más potente, reseña un cable de AP.
Un lago en el cráter y un río cercano se han secado, indicios de que la actividad continúa en el volcán, y las autoridades advirtieron a la gente que no especulará con que la erupción estaba remitiendo después de cinco días. Soldados y policías impidieron que varios vecinos volvieran en bote a la isla volcánica y las poblaciones cercanas para recuperar pertenencias y ganado.
“La actividad en las últimas 24 horas se redujo en general a emisiones menores de nubes llenas de vapor”, indicó el Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología. Sin embargo, la región seguía un punto por debajo del máximo nivel de alerta, que podría activarse si se produce una erupción más violenta.
La ceniza que ha caído desde el domingo ha causado daños en muchas casas y granjas, aunque no se han reportado muertes ni lesiones importantes por la erupción tras la evacuación de decenas de miles de personas.
Una mujer de 65 años murió de un ataque al corazón cuando era trasladada fuera de la población de Taal, en la provincia de Batangas, aunque las autoridades señalaron que había estado enferma y agobiada por el desastre. La provincia de Batangas se encuentra más de 65 kilómetros (40 millas) al sur de la capital, Manila.
Entre advertencias de una erupción inminente y más peligrosa, la policía cortó el acceso a al menos cuatro poblaciones en la orilla y los alrededores de un lago que rodeaba al volcán, provocando discusiones con residentes locales.
“Lo hemos perdido todo, nuestra casa sufrió daños, pero necesito recuperar mis cazos y utensilios de cocina y otras cosas. No deberían ser muy, muy estrictos”, dijo Erlinda Landicho, de 59 años, a The Associated Press.