domingo, diciembre 22, 2024

Carlos Peña vaticina: «El destino de la UDI será transitar de ser el portador de una cultura conservadora, a ser el defensor de una cultura puramente reaccionaria»

Debe leer

Este domingo el abogado Carlos Peña, analiza la crisis de pertenencia de la Unión Demócrata Independiente (UDI), partido nacido al alero del gobierno militar, dictadura dictablanda, o como quiera llamarlo. La UDI el partido donde nació la Constitución del 80 elaborada por uno de sus ideólogos, el asesinado senador Jaime Guzmán. Esa UDI es la que está en vías de supervivencia, porque al sepultarse la Constitución del ’80 se sepulta a gran parte de esa UDI.

Carlos Peña, en su tradicional columna mercurial escribe: «El destino del a UDI», la cual reproducimos íntegramente y sean ustedes los que saquen sus propias conclusiones sobre lo que dice el abogado:

«Por estos días, el gremialismo —la identidad ideológica de la UDI— principia a mostrar sus límites, sus incomodidades más profundas con la evolución del Chile contemporáneo.

Así lo enseña la disputa con ocasión de la paridad entre hombres y mujeres.

La rencilla que la UDI mantiene con sus aliados no es porque estos últimos hayan abandonado un compromiso de actuación conjunta en esa materia; tampoco es porque quienes conforman la UDI crean que hay una mejor forma de alcanzar la igualdad entre los géneros; menos porque sientan celos ante la fugaz popularidad de Desbordes.

No. Nada de eso.

La molestia de la UDI es más profunda. Se relaciona con el tipo de visión que acerca de la sociedad se expresa en las demandas de la paridad.

Las demandas de paridad se fundan en la idea de que los géneros —la división del trabajo sobre la base de adscribir a las personas un sexo— constituyen una cuestión cultural, una de las varias formas en que los seres humanos organizan la comprensión de sí mismos y del mundo que tienen en común. Esas demandas reposan en la idea de que siendo esa distinción un asunto cultural, puede ser, dentro de ciertos límites, modificada por la voluntad humana. Al revés de lo que ocurre con las cosas pertenecientes a la esfera de la naturaleza —piensan, con razón, quienes reclaman la paridad—, las cuestiones pertenecientes a la esfera de la cultura pueden modificarse poco a poco, sin que los seres humanos, los hombres y las mujeres, deban resignarse a ellas como quien se inclina ante la fatalidad.

Y ahí es justamente donde esas demandas chocan con la cultura más profunda de la UDI.

Porque la UDI piensa, en el fondo, que la distinción entre los géneros y la asignación que ellos formulan en la división social del trabajo pertenece a la esfera de la naturaleza y no, en cambio, a la esfera de la cultura. En la gran cadena del ser habría un par de eslabones, la distinción entre hombre y mujer, que configuraría a casi todos los demás. Romper esa cadena equivaldría a un error fatal, un error consistente en asignar a la política democrática, a la voluntad común, una función, la de corregir la naturaleza, que le estaría vedada. Entre las enseñanzas de Guzmán que configuraron la identidad de la UDI, se encuentra la de que la sociedad es autónoma y que en todo aquello que ella configura de manera más o menos espontánea, la política no debe inmiscuirse. El principio de subsidiariedad no es más que una consecuencia de esa autonomía que se asigna a la sociedad frente al Estado, y esta última, un resultado de una idea más profunda: la naturaleza como ancla de las distinciones que operan en la vida social.

En otras palabras, la UDI es un partido profundamente conservador a la hora de concebir las posibilidades de la política democrática.

Doctrinariamente —en la historia de las ideas—, el conservadurismo es un estilo de pensamiento, una forma de acercarse a la realidad, que desconfía de cualquier traza, incluso la más mínima, de razonamiento utópico. La crítica de la utopía se efectúa siempre en nombre de la experiencia. Si la experiencia muestra que tal o cual institución ha durado mucho tiempo, ello sería una muestra de que hay algo valioso en ella y que, por lo mismo, su cambio o abandono repentino sería siempre una pérdida. ¿No es eso, sugieren, lo que ocurre con el género y su influencia en casi todas las esferas de la vida?

La incomodidad de la UDI con la paridad es, no cabe duda, una expresión de un asunto más profundo. La UDI sabe que en la paridad se expresa una manera de concebir la vida en común, que es del todo incompatible con la que a ellos inspira.

El problema, sin embargo, es que esa forma de concebir la vida en común va a contrapelo con la pretensión, propia de la cultura democrática, de que la voluntad ha de importar cada día más.

Por lo mismo, de mantener ese conservadurismo ideológico, el destino de la UDI será una contradicción creciente con esa cultura democrática que se ha expandido cada vez más, con esa idea de que los seres humanos pueden, dentro de ciertos límites, modificar aquello que se presenta con el disfraz de lo natural.

Y cuando esa contradicción se produzca y se ahonde, el destino de la UDI será transitar de ser el portador de una cultura conservadora, a ser el defensor de una cultura puramente reaccionaria, de una permanente disconformidad con la cultura presente a la que se verá como una traición o un abandono de un momento valioso que, de manera inexplicable, los hombres y las mujeres decidieron dejar atrás.

En otras palabras, de no abandonar su conservadurismo, la UDI entrará en una situación espiritual, por decirlo así, similar a la que tenía Jaime Guzmán en los años sesenta: entonces, el éxito estaba lejos y él se consolaba colaborando con Fiducia y defendiendo la tradición, la familia y la propiedad.

- Publicidad -
- Publicidad -spot_img

Lo más reciente

Declaran Alerta Roja para la comuna de Lampa por incendio forestal

El Senapred declaró alerta roja para la comuna de Lampa por incendio forestal, el que lleva consumidas hasta el...

Los destacados del día