Luego que la ONU informara de un nuevo récord en los gases con efecto invernadero, la organización comunicó otra mala noticia: la temperatura media del planeta este siglo subiría 3,2 grados Celsius, incluso si se cumplen los compromisos de reducción de emisiones enmarcados en el Acuerdo de París, lo que traería «impactos climáticos destructivos» al estar lejos del objetivo de mantener el aumento por debajo de 1,5 grados.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente lanzó esta advertencia en su informe anual sobre la brecha de emisiones, que compara las reducciones reales con las que necesita la lucha contra el calentamiento global. El estudio concluye que las emisiones globales deben reducirse un 7,6 por ciento cada año entre 2020 y 2030 para cumplir el objetivo de no superar una subida de 1,5 grados este siglo, y para ello las promesas de disminución de emisiones de la comunidad internacional deben ser cinco veces más ambiciosas que las actuales. Incluso, detallan que para respetar la meta mínima de +2 ºC respecto a la era preindustrial, habría que reducir las emisiones en 2,7 por ciento anual entre 2020 y 2030.
Según el organismo internacional, el mundo ya no puede seguir aplazando las acciones radicales necesarias para reducir las emisiones de CO2 si se quiere evitar una catástrofe climática. «Diez años de procrastinación nos condujeron a esta situación», lamentó Inger Andersen, directora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
La ONU presentó por otro lado sus recomendaciones a los miembros del G20: prohibir nuevas centrales de carbón en China, desarrollar masivamente la red de transporte público en India, contar con nuevos autos de cero emisiones de aquí a 2030 en Estados Unidos. Estas transformaciones radicales de la economía no podrán hacerse sin una evolución profunda «de los valores, las normas y la cultura del consumo», subraya el informe.
Esta transición a gran escala chocará sin duda con «obstáculos y desafíos económicos, políticos y técnicos», que habrá que acompañar con medidas sociales para «evitar la exclusión y la resistencia al cambio». Si bien los costos financieros y sociales pueden parecer faraónicos, postergarlos será peor: «cada año de retraso a partir de 2020 exigirá reducciones de emisiones más rápidas, por lo que cada vez será más caro, improbable y difícil», dicta el informe.