La debilidad de una democracia inorgánica, altamente institucional y estructuralmente desigual. En donde se han consolidado una desigualdad estructural, una desafección estructural y una pobreza estructural. Es ahí, es aquí en donde la clase política y la ciudadanía debe acercarse sabiamente a considerar y reconsiderar los caminos. Es aquí en donde las reflexiones deben incidir directamente en acciones transformadoras que den respuestas a las demandas, pero que configuren realidades que aseguren desarrollo, bienestar y justicia. Frente a ello, hay mucho escrito y en ello, tanto los/as políticos/as y también los/as ciudadanos/as podemos tomar notas y comenzar a cambiar las cosas.
“porque el fin del pueblo es más honrado que el de los grandes, queriendo éstos oprimir y aquél no ser oprimido” (El Príncipe)
Nicolás Maquiavelo en “El principado civil” reflexiona sobre el origen del gobernante, ya desde si este proviene del grupo de los poderosos (“pero poderoso”) o si emerge del pueblo. En nuestro caso, tenemos un gobernante que emergió de los primeros y guste o no, su origen le ha servido como una garantía para asegurar en su campaña, un escenario de mayor crecimiento económico y seguridad. Ambas promesas, desde el viernes pasado quedaron en el piso, como una demostración de fracaso rotundo. El Presidente Sebastián Piñera se debe una reflexión profunda y así como un día después de hablar de “guerra” fue capaz de mencionar la palabra “empatía”, debiese avanzar rápidamente en alcanzar el favor del pueblo y este reclama con fuerza a un miembro del grupo de los “poderosos”, el no ser oprimido, lo anterior requiere ceder y un gobernante civil debe estar despuesto a ello que espera mantener el poder.
“Las armas son instrumentos nefastos; no son propias de perfectos caballeros. Se usan a no poder más. La paz sencilla (“insulsa”) es superior. La victoria de las armas no es hermosa (buena). Sólo quien goza en el crimen la estima hermosa.” (Tao Te Ching)
Lao Tsé en su progresiva reflexión sobre la sabiduría, el gobierno y la sociedad reflexiona sobre La Guerra, como nefasta. Un país como el nuestro, que soportó una dictadura que justificó sus horribles acciones a partir de la retórica de un “enemigo interno” y una inminente “guerra civil” no necesita, ni merece una retórica que infunde miedo, temor y supone una victoria basada en el crimen, el mismo que llevamos años observando como se apodera de la realidad de muchos sectores de nuestra población. Una paz sencilla se basa en la prudencia y la austeridad. Una paz ostentosa es quizás esa “paz” que durante años se ha sostenido en torno al “consumo”, “crédito” y en su respuesta más contracultural, al crimen y al saqueo. Este último en todas sus escalas, a esto me refiero a la exaltación del lujo y la exaltación de grandes fortunas que han llevado a cabo un “saqueo” que en algunos casos incluso es “legal” hasta el ejemplo más evidente del saqueo de un supermercado. En definitiva, es necesario acercarnos a una paz sencilla, ya no sirve cualquier tipo de “paz”.
De ambos autores también podemos citar ideas poco provechosas, sin embargo, el ejercicio está en buscar una conciliación con la sabiduría en la política y esta conciliación es necesaria no sólo en la clase política, sino que también en nosotros/as, los/as ciudadanos/as que podemos resistir o dar fuerza a los cambios.